
José Luis Rodríguez, director del Curso Nacional, explica que el resultado está siendo “muy positivo” y los alumnos se sienten muy “animados”. El también responsable de la Escuela Municipal de Música y de la banda riosecana dice que lo más importante es interactuar con los propios vecinos.

En total, catorce profesionales llegados de País Vasco, Valencia, Galicia, Castilla y León e, incluso, Francia, aunque también hay representación riosecana. Lo mismo ocurre con el alumnado, quienes reciben clases de multitud de instrumentos: viento-metal, viento-madera, cuerda, cuerda frotada o pulsada, piano y órgano, este último es una de las principales novedades de esta cuarta edición.
Visitando las aulas, se comprobará que los alumnos aprenden y disfrutan a partes iguales. Se establecen clases individuales y colectivas. “Las de grupo están enfocadas a un nivel más técnico”, dice el director, quien advierte que hay otras actividades complementarias como “lenguaje musical o improvisación”.
Y como no solo de acordes vive el alumno del Curso Nacional de Música, la diversión está asegurada. El ocio se ocupa en las piscinas municipales, además de poder practicar piragüismo y otros deportes en el Canal de Castilla.

El profesor de violoncello, Mikel Zunzudegui, ofrece su opinión sobre cómo está funcionando este curso. “Va mejorando porque siempre hay cosas que mejorar”. Las clases impartidas por Zunzudegui, profesor en el conservatorio de Valladolid, son una combinación de clases teóricas y prácticas, aunque opta más por el ensayo sobre el propio instrumento. Siete días, pues, donde música y buen ambiente conforman una partitura perfecta para alumnos, profesores y también los propios habitantes de Rioseco que disfrutarán de algunas actuaciones y conciertos.
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