Los riosecanos que se hayan acercado esta mañana hasta la dársena del Canal de Castilla se habrán frotado los ojos ante la imagen del Canal prácticamente seco. Tan solo un reguerillo de agua corre por su cauce, en cuyo fondo se aprecia perfectamente las toneladas de sedimentos, lodos y fangos. Algunos ya se han apresurado a bromear que los vecinos han hecho acopio de agua antes de que entre en vigor la nueva tasa del precio del agua.
La imagen, a pesar de que la Confederación Hidrográfica del Duero se empeña en decir que es habitual, no se repetía prácticamente desde los primeros años de la década de los 80 cuando el vaso de la dársena se secó completamente para su limpieza. En esta ocasión, según informa el director técnico del Canal de Castilla, Pedro Matías, el motivo es reparar “unas fugas” existentes en el tramo que discurre hasta la Séptima, aunque no ha acertado a localizar el lugar donde se efectúan las obras.
La situación se prolongará al menos durante dos días más, hasta que se repare las averías. “Normalmente se repara con arcilla o escollera”, dice Matías, quien confirma que el Canal “con doscientos años, de vez en cuando, necesita arreglos”. El agua, por lo visto, se filtraba hacia el subsuelo y hacia los terrenos adyacentes.
La única preocupación ahora es garantizar el abastecimiento de agua a la nueva depuradora que recoge agua para diecisiete localidades. “Intentaremos inyectar un poco más de agua; estamos en continuo contacto con la potabilizadora”, dice el director técnico del Canal de Castilla, quien no obstante dice que esta imagen del Canal semiseco era muy habitual, especialmente cuando estaba en funcionamiento la harinera.
Pedro Matías dice que la bajada del caudal es de “un metro y algo”, aunque este periódico ha comprobado que en algunas zonas supera los dos metros.