Escribe un visitante a nuestro correo electrónico y adjunta un par de fotos a modo de queja-sugerencia. «He pasado unos increíbles días de vacaciones en su ciudad, disfrutando de su inigualable Semana Santa. El motivo de este correo es mostrar una queja que, a la vez, sirva de sugerencia. He comprobado en su Rúa Mayor porticada que mantienen unas líneas amarillas pintadas en el pavimento. He preguntado por curiosidad si respondía a alguna explicación y aún no he salido de mi asombro cuando me han explicado que es para delimitar los puestos de un mercadillo que por lo visto se celebra los miércoles. Me parece doloroso que una calle tan preciosa como la suya, en un entorno privilegiado como el del Museo de Seamana Santa tengan que embadurnarse las calles con líneas llamativas amarillas para este fin. Creo que en el siglo XXI hay otros métodos para delimitar estas cuestiones. Espero que esta carta tenga efecto y jamás se vuelva a ensuciar esta preciosa calle con algo tan absurdo como unas líneas amarillas»
Unas líneas amarillas que pintan poco
Ricardo Santiago Álvarez