«No es la gota que colma el vaso. Porque este vaso rebosa hace años. Demasiado. Ya 35 años. Asesinar a un niño saharaui y arrasar después el campamento de protesta pacífica, sólo sirve para provocar a la población saharaui que vive lejos de nuestra tierra, y luego culparnos ante la ONU de impulsores de la guerra.
Inocentemente, algunos, pensábamos que el asesinato del menor, rebajaría aunque muy levemente el pistón de la represión, al menos de cara a la galería. Pero para nuestra incredulidad volvió, y lo hizo con la traca de final de fiesta, de terrorismo de estado y de genocidio que venía impulsando años atrás. A todo esto se le unió la última oferta en injusticias y exterminó un campamento de lucha pacífica.
¿Y con todo esto, los saharauis nos vemos obligados a callarnos y seguir la lucha pacífica?
Pero en este despropósito, Marruecos cuenta con la cobarde ayuda de la ONU, organismo internacional que por lo que se ve, solamente para algunos, ya que nos promete un referéndum de autodeterminación que lleva desgastándose desde el inicio de la tregua del año 91.
¿Y con todo esto, los saharauis nos vemos obligados a callarnos y seguir la lucha pacífica?
Se le une una misión de las Naciones Unidas en el territorio llamadas para sorpresa de todos MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental), la cual debería de haber intervenido en los últimos acontecimientos, y no lo hizo. Y para quienes podemos estar ‘in situ’ en la zona, comprobamos los recelos que han despertado, tranquilos en sus Instalaciones de última generación. No sólo han permitido a Marruecos levantar un muro de 2.000 kilómetros, sino que para más desgracia lo siembran de minas, de fabricación Europea a 1 céntimo de euro la unidad. Y de la oscura nebulosa, aparece también Francia, con un Sarkozy que oscurece complejos propios generando conflictos ajenos. Pero está justificado, le interesa.
Como diría un buen castellano y de Medina de Rioseco, a Río revuelto…Bancos de Pesca, Minería, Fosfatos, e incluso Petróleo…
Y el Gobierno de España sigue mirando para otro lado. La ineptitud diplomática y las oscuras, perennes e inexplicables deudas con Mohamed VI genocida, obligan.
Este es un caso esperpéntico, digno de análisis. De un lado, todos los pueblos de España ayudando directa o indirectamente a los saharauis, que entre mediados de los 60 y 70 era la provincia 51 del Estado Español, y de otro lado un Gobierno que prefiere mantenerse neutro y que justifica las agresiones a solidarios. Y si nos revolvemos en una guerra la cual es la única solución a este conflicto, seguro que habrá quien nos tache y nos reproche nuestra Difícil Decisión.
A opinión personal este es el histórico error de una penosa descolonización del Sahara, lo que debería obligar al Gobierno a algo más que a sonreír. La sonrisa de Trinidad Jiménez es aterradora. Igual que la actitud del ejecutivo. Nosotros no sonreímos, lloramos. Lloramos por todas las victimas gratuitas de este genocidio, por la nauseabunda represión y por la asquerosa hermandad que sostiene este gobierno con el rey alauita. Encubridores».