Un peculiar espectáculo taurino en el coso riosecano


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte

Con más de siglo y medio de vida podríamos asegurar que la plaza de toros riosecana ha visto de todo. Desde discursos y mítines políticos a espectáculos circenses [fotografía inferior], desde justas seudomedievales a bombardeos aéreos, pasando obviamente, por todo tipo de actuaciones taurinas: corridas, festivales, novilladas, becerradas, suelta de vaquillas, verbenas taurinas, tomas de alternativas… Y para ejemplo de ello, dos anécdotas ocurridas a finales del siglo XIX.

Una de ellas, ocurrió el 26 de junio de 1863, cuando llovió de tal manera, que la corrida prevista tuvo que hacer un parón y continuar al día siguiente, lidiándose los dos toros que faltaban. El espectáculo fue accidentado desde el principio. El primer toro, llamado Cachorro, tardó 8 minutos en morir, luego llegó la lluvia, que obligó a aplazar las dos últimas lidias de los cinco toros previstos. La segunda media corrida empezó tarde por un problema con las cuadrillas y la falta de autoridad de la presidencia, que al parecer no supo o no quiso imponer orden. Esto provocó que el último de los toros acabara enviándose vivo a los toriles por ser demasiado tarde y no haber visibilidad suficiente.

Si esto y el que en ella se mataran un total de 30 caballos, hoy nos parecería increíble, el espectáculo celebrado en 1888 lo sería aún más. Nada más y nada menos que una novillada lidiada por los cojos riosecanos.

El anuncio lo recogieron varios periódicos y revistas decimonónicas, publicadas con fecha de abril de 1888. Entre ellas La Iberia, El Liberal, La Época y El siglo futuro. En sus páginas dedicadas al correo de provincias, podemos encontrar el aviso de tan llamativo espectáculo aunque sin referirse en ningún momento a la identidad de los crueles promotores de tan descabellado show y al resultado del mismo. Todas las publicaciones lo calificaron de  divertido, peligroso y original, aunque la primera de ellas, La Iberia, se atrevió a tildarlo de brutal y a solicitar a las autoridades locales su prohibición [Imagen superior].

share on: