
La pequeña pendiente con la que cuenta la calle Santa María y la fuerza de la gravedad obraron el resto. El vehículo comenzó a desplazarse y en su camino se llevó un bolardo, cruzó la Rúa Mayor y el coche acabó empotrándose en el escaparate de un conocido comercio riosecano.
El estruendo alertó a los vecinos que no daban crédito a lo sucedido. El propietario del coche explicó que olvidó echar el freno de mano. El choque se saldó con la rotura de la luna del escaparate comercial y con algunos daños leves en el vehículo. Afortunadamente no hubo que lamentar ningún daño personal, todo quedó en una curiosa anécdota.
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