La eterna sonrisa de Marieta se apagó. Máxima Silva Martín moría el pasado martes a los 100 años de edad. Aunque la pérdida de cualquier ser querido es siempre triste y dolorosa, es seguro que los hijos de Marieta, Juana, Luis, Jesús, Carmen y Juan Antonio, están, dentro de lo que cabe, alegres por haber tenido la suerte de haber disfrutado de su madre durante tantos años, además hasta casi sus últimos días con una lucidez envidiable para su longeva edad, una salud de hierro y una memoria prodigiosa.

Ahora la vela de su vida se apagó después de haber brillado con fuerza y dilatado tiempo como un largo cirio de iglesia, después de haber iluminado a todos los que estuvieron cerca de ella, después de haber dado calor a toda una familia en una vida plena, con alegrías y con penas, pero plena y completa cumpliendo a la perfección su misión. Su luz y su sonrisa permanecerán en el recuerdo de todos.
Es seguro que ahora ya Marieta esté junto a su esposo Jesús. Poco a poco le pondrá al día de los pormenores de Rioseco y de la familia. Le contará, entre miles de cosas, que en breve su nieta Merce aumentará la familia. A toda su familia y amigos, nuestras más sinceras condolencias. Descanse en paz.
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