
Una sabrosa chocolatada con churros y bizcochos, elaborada por Luis y Belén, dio paso al baile, que, en teoría, era de carnaval, aunque el mal tiempo no animó a los presentes a ir disfrazados. Solo una persona se presentó con un bonito disfraz con una careta con la que era imposible reconocer quién era. Durante momentos, sentada en una silla, se mantuvo en silencio, creando la incertidumbre entre los demás por saber quién era. Hasta que Mercedes se descubrió la cara, ante la sorpresa de todos y el aplauso general.
El encuentro sirvió para pasar un rato divertido y además para recordar aquellos lejanos años en los que la ciudad vivía durante estos días unos grandes carnavales. El baile se prolongó hasta las doce de la noche.
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