Aurelio Carretero, escultor de iconos

Este riosecano nacido en 1817 fue el creador del monumento a la batalla del Moclín y otras conocidas esculturas como la de José Zorrilla o la del Conde Ansúrez

Gonzalo Franco


Monumento batalla del Moclín

Aurelio Rodríguez-Vicente Carretero fue un ilustre escultor nacido en Medina de Rioseco el 17 de Enero de 1863 a las cinco de la tarde y falleció en Madrid en 1917. Su padre Juan Rodríguez fue un tallista-ebanista de cierta fama, realizó los tableros de los pasos de Semana Santa de La Soledad, La Dolorosa y Ecce Homo de la ciudad de los Almirantes y con él aprendió las primeras técnicas, aunque en la partida de nacimiento de Aurelio consta como profesión la de ceramista.

En un primer momento su idea fue comenzar una carrera militar en la Academia de Caballería, al final pudo más su vocación artística y se decidió por estudiar escultura. En 1878 ya era uno de los más aventajados alumnos de la Academia de la Purísima Concepción, lo que le llevó a ampliar estudios y horizontes vitales, primero en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona y con posterioridad en la Academia de San Fernando en la capital de España, siendo algunos de sus maestros los insignes Sabino Medina y Elías Marín.

En enero de 1884 opta al concurso para una de las plazas que se ofertaban en la prestigiosa Academia de las Artes de Roma, sin que el resultado le sea favorable, lo que le lleva a solicitar al Ayuntamiento de Valladolid ayuda para continuar sus estudios en el extranjero, ofreciendo a cambio alguna de sus obras, como últimos momentos de Colón y otro grupo de carácter alegórico.

Aurelio Carretero en su taller/ artevalladolid.blogspot.com

Por este motivo se trasladó a Valladolid y se presentó al concurso organizado por la Academia de la Purísima Concepción con una obra titulada Fraternidad. Representación escultórica en boceto de barro pintado de bronce que muestra a una niña adinerada con vestido, botines, sombrero y una muñeca que besa a otra pobre que está descalza y con un mandil, lo que puede indicar la evidente preocupación social del escultor riosecano, pero de una cierta ingenuidad.

Una cierta campaña de prensa en 1885, a la que no fueron ajenos algunos influyentes amigos y admiradores del escultor hacen que el Ayuntamiento adquiera una obra que el artista acababa de terminar Numancia, para decorar uno de los salones del edificio municipal que se proyectaba entonces y que sea instado a que se le encarguen los bustos de los señores Gardoqui y Miguel Íscar a fin de ayudar al escultor, a quien se le sugiere desde esa mismas voces que debería perfeccionar estudios en Roma, la Meca entonces y ahora del arte mundial. En Italia va a permanecer tres año, en Roma, en Nápoles y en Génova donde ejecutará sus obras El triunfo de Escipión y Colón en la agonía, esta última una nueva versión de una que había realizado años antes. También realizaría por estas fechas El robo de las Sabinas, tema tópico en la historia del Arte.

En 1886 realiza un busto en yeso patinado del comunero Juan Bravo que presenta al concurso dela Academia de la Purísima Concepción de ese mismo año. El busto es calificado por algún crítico como “brioso pero algo amanerado” aconsejándole que lleve sus inquietudes artísticas al campo del dibujo donde será artista de mayor porvenir. No están claras las razones que le impulsaron a emigrar al continente americano, aunque viendo su dedicación allí es posible que siguiera las recomendaciones de ese crítico.

Estatua de José Zorrilla

Efectivamente instalado en Argentina, trabajaría para un periódico como mordaz caricaturista político, lo que le llevaría a ser perseguido y encarcelado. Se sabe que efectuó algunos encargos para las países cercanos de Paraguay y Uruguay, pero la estancia de Aurelio Carretero en tierras americanas no fue muy prolongada. Ya de vuelta en España e instalado en Madrid, cuando muere José Zorrilla en enero de 1893, Carretero en compañía del escultor zamorano Barrón sacó una mascarilla del difunto al que había tratado y con el que había trabado una gran amistad en los últimos años de vida del insigne poeta.

En 1895 se presenta al Exposición nacional con una obra de título curioso y moralmente aleccionador: Nació sin halagos, murió sin caricias. En 1896 realiza una pequeña medalla del poeta Núñez de Arce. En 1899 se realiza en Valladolid un concurso público para la realización de un monumento público a José Zorrilla, al cual se destina la cantidad de 23.666 pesetas. Se presentan seis proyectos y acaba siendo elegido por unanimidad del jurado el del riosecano. La clave de la adjudicación pudo estar en varios aspectos: la máscara mortuoria del poeta que el poeta había sacado, su creciente fama y prestigio en la capital del reino, las facilidades dadas para realizar el proyecto, la estrecha amistad del escultor con el poeta y el lobby vallisoletano de admiradores.

Se dice que para su realización en los talleres madrileños del vallisoletano Ignacio Arias se emplearon dos cañones del reinado de Carlos III. La consecución de este monumento le llevaría a otros tantos en la capital vallisoletana. El monumento al Conde Ansúrez, fundador de la ciudad, para colocar en la Plaza Mayor, encargo que realizaría en cuatro meses donando el bronce, la figura alegórica Castilla en el panteón de hijos ilustres del cementerio municipal, el busto de Miguel Íscar y Juárez situado en el paseo central del Campo Grande y al efigie situada en la casa natal del poeta Emilio Ferrari, hoy en la calle del mismo nombre.

En otros lugares de la geografía española también recibió y realizó encargos Carretero: En Medina del Campo busto de la reina Isabel la Católica conmemorando el IV Centenario y por fin en su ciudad natal en 1908, el Ayuntamiento le encarga la realización de un monumento para conmemorar la Batalla del Moclín, con motivo de celebrarse el Centenario de la batalla librada en las inmediaciones de Rioseco, en el cerro llamado del Moclín y así honrar a los naturales del pueblo y a su heroísmo. El monumento estuvo situado durante muchos años en la Plaza Mayor sobre un pedestal de piedra, en la actualidad se encuentra en el Paseo de San Francisco, en una zona ajardinada junto a la entrada de la Residencia de ancianos.

Busto de Miguel Íscar

Otros encargos ejecutados fueron monumento en Móstoles a Andrés Torrejón, el alcalde que declaró la guerra a los franceses en la Guerra de la Independencia, encendiendo la chispa de la sublevación popular y el monumento dedicado en Navia (Asturias) a su ilustre hijo el poeta Ramón de Campoamor. De sus últimas obras merece destacarse una titulada Boceto, que Carretero dedicó a su amigo el abogado y escritor riosecano Justo González Garrido.

Durante toda su vida por premiado en diversas ocasiones, en 1887 con la segunda medalla en la Exposición Nacional y con Lamentos presentada en la Exposición Nacional de 1897, ganó la medalla de la tercera categoría. Fue adquirida por el Estado para el Museo de Arte Moderno de Madrid, pasando posteriormente al Museo del Prado. Representa a un niño con un violín que pide limosna alargando su gorra mientras sostiene la correa de un perrillo. Actualmente se encuentra depositada en el museo municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife.

En definitiva podemos considerar a Aurelio Rodríguez Carretero como el escultor que creó la iconografía de algunos de los más ilustres iconos vallisoletanos.

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