Reflejos de bravura e historia; por Fernando Fradejas


J.A.G. fOTOS: Fernando Fradejas

Ha llovido y bastante. En la arena del coso de El Carmen de Medina de Rioseco el agua de la lluvia se hace rpesente. Un charco refleja uno de sus centenarios burladeros a modo de espejo. Un espejo que en sí mismo es esta antañona plaza en la que se puede respirar en cada una de sus piedras o de sus vigas de madera lo qué un día fue este recinto decagonal, único en su género. Silencio, un silencio que se filtra por los barrotes torneados de los palcos, un silencio que silba por el portón de los sustos y que descansa en toriles, un silencio que se acurruca en el palco presidencial, único de España al que se puede acceder en coche. Un silencio que contrasta con la algarabía, las ovaciones y los olés de tantas tardes de toros. Cúchares, Lagartijo, Ordoñez, Curro, Robles, El Juli, Morante, El Cid… todos, no faltó ninguno en esta tierar de almirantes toreros…  Todos ellos dejaron su impronta, su aroma, su torería. Todos ellos pisaron este ruedo; antaño tan respetado y hoy encharcado, en el que hasta la veleta se viste de torero.  Seguro que si afinamos la vista aún podemos ver el reflejo de una suave verónica de Ordoñez, una media de Curro o un natural de Morante, y seguro que una espectacular cabriola de Peralta o la bravura incontenida de ese animal que, junto al caballo, pueden ser los de más belleza. Y es que el coso de El Carmen (151 años a sus espaldas) está lleno de secretos, leyendas y fábulas. Sólo hay que saber escucharlas.

share on: