Los cerca de 60 trabajadores del Matadero Rioseco Castilla (Macrisa) de la localidad riosecana han exigido una solución a la delicada situación que atraviesa este histórico matadero, uno de los más veteranos e importantes de la región, enredado en un problema societario entre sus propietarios y que ha provocado que los sacrificios se reduzcan a un día a la semana y la actividad se mantenga bajo mínimos, situación que de permanecer así lo avocaría al cierre.
La actividad de sacrificio, desde los últimos días de enero, se ha reducido a tan sólo una jornada a la semana, los martes, a pesar de que uno de sus propietarios, José Luis Jambrina, de Castellana de Carnes lo desmiente. Los matarifes han confirmado a este diario que tienen orden, de momento, y sine die de acudir a su puesto de trabajo tan sólo este día. Un hecho que puede supone la puntilla para esta empresa que, tras la factoría de Visteon, es la que más empleos mantiene en activo en la localidad.
En la actualidad, Macrisa está formada por dos socios que disponen de las acciones al 50 por ciento. Castellana de Carnes, con los hermanos José Luis y Ángel Jambrina y el empresario palentino Félix Íñigo. A día de hoy, según ha podido conocer La Voz, la situación entre ambos socios es insostenible, con acusaciones mutuas y algunas demandas judiciales.
José Luis Jambrina, en declaraciones a este diario, desmiente que el matadero haya cerrado, tal y como se ha extendido por el municipio riosecano, y también niega que su actividad se reduzca a tan sólo los martes. “Un socio debe mucho dinero y lo único que estamos haciendo es adecuarnos a la nueva realidad a la que nos enfrentamos”, dice uno de los hermanos Jambrina, quien asegura que el consejo de administración está bloqueado ante una demanda judicial de Félix Iñigo, al que acusa de haber creado esta situación. José Luis Jambrina asegura que el matadero reduce su actividad a los días en los que haya “necesidad” de sacrificios, pero niega que sean solamente los martes.
Precisamente, Félix Íñigo, acusa a los propietarios de Castellana de Carnes,de “querer cerrar el matadero” y confirma la demanda interpuesta contra los responsables de esta empresa. “Me han vetado la entrada al matadero, del que también soy propietario al 50% y ni si quiera puedo entrar en mi oficina”.
Íñigo asegura, en contra de la opinión de sus socios, que él adquirió legalmente hace unos meses un 35% de las acciones a unos antiguos propietarios, Rivera Villacé S.L. convirtiéndose en dueño de la mitad de la empresa y así “figura en el registro Mercantil de Valladolid”. El empresario palentino además denuncia “una jugada” en el consejo de administración del que Ángel Jambrina es presidente, quien utilizó “su voto de calidad para ponerme una cláusula abusiva por no llegar a un mínimo de sacrificios”.
Asimismo, el empresario palentino es rotundo y certifica que el matadero riosecano “es un negocio perfecto” con mucha “capacidad” y que “no debería cerrar”, por lo que no entiende el motivo de la “actitud” de sus socios y acusa a los propietarios de Castellana de Carnes de llevar su ganado a sacrificar a un matadero de León. Cree que después de las inversiones que se han cometido en los últimos tiempos, las instalaciones están “perfectamente adaptadas”.
Sin embargo, José Luis Jambrina insiste en la “deuda acumulada” de uno de sus socios –en clara referencia a Félix Íñigo- aunque no niega que el volumen de sacrificios se ha visto mermado por la crisis y pregunta retóricamente si alguien “conoce un negocio de este país que no se ha visto afectado por la crisis”. Además, una y otra vez, incide que “el único causante” de esta enrevesada situación es el otro componente de la sociedad.
José Luis Jambrina, sin embargo, no aclara si la sala de despiece, última incorporación a las instalaciones, haya echado el cierre. Algo que sí hacenlos representantes de los trabajadores quienes apuntan que esta sección ha paralizado su actividad y que incluso Castellana de Carnes ha trasladado a algunos de sus trabajadores a la sala de despiece que la empresa tiene en Valladolid. Los matarifes, por su parte, han recibido la orden (que niega el consejo de administración) de que solo acudirán a su puesto de trabajo los martes. Además este periódico ha podido confirmar que los clientes que lleven a sacrificar ganado tendrán que retirar la carne antes del miércoles a mediodía.
Los cerca de sesenta trabajadores, repartidos en matarifes, personal de carga, mantenimiento, limpieza, oficinas, corraleros y vigilancia han decidido, por el momento, esperar durante todo ese mes de febrero para ver cómo evolucionan los acontecimientos.
No obstante, exigen a los propietarios una solución a corto plazo. “Somos autónomos y con lo que vamos a cobrar los martes no tenemos ni para pagar la cuota en el Régimen de Trabajadores”, explica un representante, quien confirma que la mayoría de los trabajadores tienen familias a su cargo y que en breve puede comenzar a vivirse situaciones “dramáticas”. De la misma forma, confirman que los empleados de la sección de despiece y envasado, y que no han sido recolocados en Valladolid, han perdido su trabajo.