Pérez de Castro pide un estudio para la conservación de las bodegas

El historiador riosecano ofreció una conferencia en la vallisoletana Casa Cervantes donde hizo un llamamiento para "poner en valor" este patrimonio desconocido

J.A. Gallego

El profesor de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid, Ramón Pérez de Castro, hizo un llamamiento a las instituciones y a los particulares sobre la necesidad de elaborar “un urgente y necesario estudio de las bodegas riosecanas y un programa de conservación para la puesta en valor de este importante patrimonio desconocido de Medina de Rioseco”. Así se refirió ayer el historiador riosecano en su conferencia Más allá de la Ciudad de los Almirantes. Patrimonio subterráneo de Medina de Rioseco, que pronunció en un abarrotado salón de la Casa Cervantes de Valladolid, dentro del quinto curso Conocer Valladolid que organiza durante el mes de noviembre la Real Academia de la Purísima Concepción de Valladolid.

Pérez de Castro insistió en la necesidad de buscar “ayudas y fórmulas para conservar este patrimonio” tan importante y tan desconocido en muchas ocasiones, incluso por los propios riosecanos. El historiador señaló la necesidad de tener en cuenta este patrimonio, “una de las huellas más importantes del pasado de la localidad”, y su situación actual en la elaboración de los futuros planes de intervención en patrimonio como el Plan PAHIS, que finaliza el próximo año, en su programa de Arquitectura del Vino y en la que podía tener cabida una recuperación de estos elementos característicos de la ciudad de los Almirantes. Además, se hace necesaria la elaboración de una “normativa urbanística clara” al respecto que evite más pérdidas de las que se han producido hasta ahora.

Pérez de Castro se refirió al estudio elaborado por la Diputación Provincial en 2005, en el que se hizo un detenido estudio y levantamiento planimétrico de 22 bodegas como “la pauta que marca lo que se debería hacer”. Aunque aseguró que debería ampliarse a la totalidad de los ejemplos conocidos y que deberá completarse “con un enfoque interdisciplinar que analizara sus aspectos históricos, artísticos, constructivos, económicos, antropológicos y tradicionales, para poder evaluar su importancia real”.

En su conferencia, el historiador riosecano señaló que sería importante que las instituciones colaborasen con los particulares en la restauración de estos pasadizos subterráneos, que en el caso de Rioseco alcanzan una especial importancia tanto por la cantidad como por la calidad de sus ejemplares.  “De esa forma no sólo se recuperaría un patrimonio olvidado desde hace no demasiado tiempo sino que además se atajaría los problemas que han sufrido algunas viviendas de la localidad, pudiendo convertirse en un recurso más dentro de la variada oferta turística riosecana”.

Algunas de estas construcciones datan de los siglos XVI y XVII, coincidiendo con el esplendor ferial de Rioseco y su necesidad para conservar las mercancías. En ellas trabajaron muchos de arquitectos y canteros que lo hacían en la misma época en los grandes templos riosecanos. Ramón Pérez insistió en la paradoja de que en el caserío riosecano apenas haya grandes edificios de piedra (excepto las iglesias) y, sin embargo, todo el subsuelo del casco histórico esté horadado pro estas construcciones realizadas en piedra de sillería, en muchos casos con una cantería excelente.

Ramón Pérez de Castro en el interior de una bodega.

Tras una aproximación histórica a la Ciudad de los Almirantes y a su importancia desde el punto de vista ferial, el conferenciante abordó algunos de los principales elementos de este patrimonio subterráneo. Se refirió a las canalizaciones de agua, especialmente a la que desciende desde la zona conocida como Coruñeses y a través de una serie de arcas, registros y conducciones permitía llegar el agua hasta la localidad, ya en 1512. Asimismo, Pérez de Castro habló de los pozos de nieve, donde conservar la nieve traída en carros y que luego se utilizaría para agua fría, hielo y como propiedades medicinales. Estas construcciones, con tanto éxito en los siglos XVI y XVII, permanecen ocultas en el subsuelo ya que nunca se han excavado.

Otra gran muestra de este desconocido patrimonio son las criptas. Ramón Pérez se refirió a tres, las conservadas en San Francisco, destinada a enterramiento de almirantes; la de Santa Cruz en la que nunca se sepultó su propietario, el obispo riosecano Antonio Pahino y la de la Capilla de los Benavente, en la iglesia de Santa María, que el cambista Álvaro de Benavente construyó para el descanso eterno de sus familiares.

En la parte, central de su alocución el profesor Ramón Pérez de Castro, que en los próximos meses leerá su tesis, se refirió a las bodegas “como ese patrimonio olvidado en fechas muy recientes”. Para su estudio, en los últimos días el historiador ha visitado cerca de una treintena de bodegas como una buena muestra de las decenas (probablemente más de tres centenares) que duermen y algunas agonizan bajo el subsuelo riosecano. Infinidad de fotografías y otros documentos ilustraron esta conferencia en la que el riosecano reveló que en 1570 hay un repunte en la cantidad de litros de vino (reflejados en el impuesto del diezmo) y se inicia la importancia de la construcción de muchas bodegas.

La mayoría fueron construidas en piedra de sillería y algunas alcanzan naves de más de veinte metros de longitud y se excavan a varios metros de profundidad. Pérez de Castro fue haciendo una somera clasificación de estas construcciones. Algunas en complejos religiosos como las del desaparecido convento de Valdescopezo o las de la Iglesia de San Francisco. El historiador riosecano aseguró que era muy poco habitual que el lagar apareciera junto a la bodega, salvo algunas excepciones, ya que por necesidad arquitectónica estos lugares donde se prensaba la uva, se construían en los arrabales de la localidad, por ejemplo en la ronda de Santa Ana.

Pero estas construcciones, desde sus orígenes, han planteado problemas como el de las inundaciones, debido a las filtraciones, aunque en fechas más recientes por fugas en la red. Asimismo, las vibraciones afectaban a estos pasadizos, incluso en algunas calles se prohibió el tránsito con carros. Pérez de Castro desveló un curioso pleito en el que un labrador y su carro caen a una bodega tras un hundimiento. El riosecano hizo ver que si las vibraciones de las caballerías afectaban hace varios siglos, “imagínense lo que pueden suponer los vehículos pesados de hoy en día”.

Ramón Pérez de Castro, presentado por la directora del Museo de Valladolid Eloísa Wattemberg García, como “un profundo conocedor del patrimonio riosecano y dotado de una sensibilidad especial”, concluyó su conferencia reconociendo el especial esfuerzo de algunos particulares que han restaurado sus bodegas y urgiendo a las instituciones a “estudiar, conservar y poner en valor” este patrimonio oculto de la Ciudad de los Almirantes.

El público en la conferencia en la Casa Cervantes.
Eloísa Wattemberg presenta al conferenciante.

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