Luz de Viernes Santo; por T. Corral y A. Gallego


Foto cedida por Tomás F. Corral. Texto: Ángel Gallego

El sol ilumina como a través de un velo transparente. Parece que sólo deja ver un haz que se derrite como la cera de una vela. Todo reluce con un lustre distinto, con un toque mate que diluye las formas del día. Dicen que la luz del Viernes Santo es diferente.

La fotografía, que nos envía Tomás F. Corral, nos muestra el Paso de La Desnudez transitando por la plaza de Santo Domingo. Mañana de Viernes Santo allá por los años 50. La luz se atenúa entre los velos y mantillas de las mujeres riosecanas, deshaciéndose en los faroles cofrades que intentan alumbrar esa agonía, asfixiándose de melancolía, buscando el aire necesario en el aliento de ese Cristo al que ya despojan de sus vestiduras. La Cruz está preparada. El final se acerca y en las cristaleras de los miradores y el casco del soldado romano refulge un brillo ahogado en la nostalgia de tiempos ya pasados.

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