
Sin lluvia y afortunadamente también sin niebla, aunque con el primer día de verdadero frío, Melchor, Gaspar y Baltasar llegaban en el barco Antonio de Ulloa por las gélidas aguas del Canal de Castilla. Saludaban a todos los niños que se agolpaban en las barandillas de la Concha para ver como los Magos desembarcaban en Rioseco cargados de juguetes y regalos.
Las carrozas esperaban a sus majestades, aunque la Cabalgata –una vez más- fue demasiado lenta y muy larga se hizo la espera hasta que el portal de Belén, la primera de las estructuras, llegaba a la calle Mayor. Una queja generalizada del público que abarrotaba la calle Mayor. Tras ella, las carrozas de Melchor, Gaspar y Baltasar, acompañados de sus pajes, quienes no se cansaban de lanzar caramelos.
Cerraban la comitiva una carroza de fantasía con un hada madrina y un gran paquidermo donde viajaba Aladin. Tras el desfile, los tres Reyes llegaron hasta el Ayuntamiento donde recibieron a todos los niños quienes hicieron cola para estar cerca de los Magos y asegurarse de que todos los regalos lleguen esta noche. Tras esta labor, sus majestades –que también visitaron la residencia de ancianos y el convento de Santa Clara– descansaron un ratito, repusieron fuerzas y comenzaron su recorrido por todas las casas de la localidad.
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