
Corrían entonces los turbulentos años 70, en el siglo XV… y decimos que turbulentos, porque el reino de Castilla estaba inmerso en un gran lío sucesorio, que acabó dando paso a una nueva guerra civil. El rey Enrique IV, tenía por única heredera a su hija Juana, la Beltraneja, apodada así porque todo el mundo pensaba que el verdadero padre de la princesa era el noble Don Beltrán de la Cueva. Pero ante las continuas infidelidades probadas por parte de su esposa, el propio monarca reconoció en un tratado a su hermanastra Isabel como heredera en 1468. Se intentó entonces buscar un marido para la princesa, pero ella por su cuenta, decidió casarse en secreto en Valladolid, con el príncipe Fernando de Aragón. El matrimonio no fue del agrado de Enrique y por ello, decidió revocar el acuerdo y nombrar de nuevo como Princesa de Asturias a su presunta hija Juana.
Los nobles se dividieron entonces en dos bandos, los que apoyaban a Enrique IV y los que apoyaban a Isabel y Fernando, que por entonces ya tenían el título de Príncipes de Aragón y Reyes de Sicilia. Perseguidos por el bando del rey castellano, decidieron buscar un refugio y tras arduas disputas entre los nobles, por llevárselos cada uno a sus señoríos, logró su objetivo el Almirante de Castilla, Fadrique I Enríquez, que a su vez era abuelo del príncipe Fernando y tío lejano de la princesa Isabel.

Repuestos ambos del parto y de la enfermedad (de la caída o de la rabieta), decidieron regresar en diciembre de 1470 a Medina de Rioseco, bajo la protección de su primo Alfonso Enríquez, hijo del Almirante, donde permanecieron durante un año.
La Crónica de Enrique IV, recoge estos datos y aunque no especifica en qué lugar de nuestra ciudad residieron los futuros Reyes Católicos, es totalmente seguro que lo hicieron en el castillo, puesto que el palacio del Almirante aún no había sido construido y la fortaleza era el lugar ideal en tiempos de guerra. Tampoco sabemos si estos objetos que hoy mostramos en fotografías, pudieron haber sido usados durante su residencia en Rioseco. Tiene muchas posibilidades la alfombra porque fue realizada precisamente para Alfonso Enríquez, protector de los Reyes Católicos en Rioseco y ninguna el plato y la bellísima mesa de piedras duras, ambos del siglo XVII, el primero con el escudo de los Enríquez y la segunda, de factura florentina-napolitana, con el escudo de los Enríquez-Colonna. Para los riosecanos viajeros apuntaremos que la alfombra puede visitarse en el Museum of Art, de Filadelfia (EEUU), el plato en el Museo Sigismondo Castromediano, de Lecce (Italia) y la mesa, en el Museo del Prado.
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