Los quintos riosecanos de 1965 celebran su medio siglo de vida

Cerca de 70 personas se reunieron el sábado para disfrutar de una jornada marcada por el ambiente festivo. No faltó misa, vermú, comida y hasta concierto

Miguel G. Marbán. Fotos: Carpintero y Fradejas

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quintos1Es bueno recordar el pasado, porque la mayoría de las veces supone disfrutar con deleite de aquellos momentos que se creían perdidos para siempre en el olvido. Algo que el sábado experimentaron los quintos y quintas nacidos en 1965 de Rioseco, que se reunieron para celebrar que este año cumplen 50 años.

Desde primera horas de la mañana los cohetes y las alegres músicas de los dulzaineros Los Zarabandos, de Tordehumos, anunciaban que la jornada iba a ser especial. Poco a poco llegaban los quintos al ayuntamiento, donde se les entregaba una gorra, pañuelo y pin con el logo conmemorativo. La protocolaria foto de grupo dio paso a un acto en el salón de actos del ayuntamiento en el que intervinieron Eduardo Franco, Manuel Fuentes y Artemio Domínguez como alcaldes de los quintos del 65, a los que transmitieron los mejores deseos. Además se proyectó un video con fotografías.

quintos2Por una feliz coincidencia la iniciativa contó con 65 participantes, que, encabezados por las músicas de los dulzaineros, se dirigieron hasta la iglesia de Santa María, donde el sacerdote Alejandro Ovelleiro ofició una misa de acción de gracias y en recuerdo de los quintos fallecidos.

Un vermú por distintos bares llenó la calle Mayor del mejor y alegre ambiente festivo con músicas y bailes, antes de que el grupo se dirigiera al restaurante Los Molinos, donde tuvo lugar una comida de hermandad en la que fueron inevitables los recuerdos de toda una vida. La sobremesa traería como gran sorpresa la actuación en directo del grupo Cirkus Rock, que puso la mejor voz y música durante más de dos horas a las canciones de los míticos Quenn, Dire Straits, Pink Floyd, Led Zeppelin o AC DC, en un gran ambiente, durante el que también hubo una divertida rifa de regalos.

A última de la hora de la tarde, los quintos de 65 regresaron a la calle Mayor y, más tarde, al Hotel Vittoria Colonna para continuar una fiesta que se prolongaría hasta altas horas de la madrugada. La jornada concluyó con el cansancio habitual de un día de fiesta, pero con la gran emoción de haber vivido unas horas inolvidables y la promesa de repetir la experiencia.

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