Modesto film que tras una envoltura de western se oculta un interesante thriller (falso culpable que investiga hasta dar con el verdadero asesino) y una lúcida reflexión sobre los temas del odio, la culpa, la cobardía, el amor y la fidelidad.
Dirigido muy correctamente por Alfred Werker, director del estimable policial Las aventuras de Sherlock Holmes o de la buena intriga psicológica El susto, y con equilibradas interpretaciones -en especial la de Dana Andrews, que da a su personaje la gravedad adecuada a su psicología, y la de Donna Reed, cargada de serenidad y de tristeza-, sobresale por la complejidad de caracteres, por su magnífica factura -y más al tratarse de una realización de serie B- y por el suspense que desarrolla.
Otra loable característica de esta película es la presencia de la mujer, tan importante, muchas veces, en el western (Johnny Guitar, de N. Ray; Raíces profundas, de G. Stevens; El rebelde orgulloso, de M. Curtiz; El Dorado, de H. Hawks o cualquier western de John Ford, por poner solo unos mínimos ejemplos), que confiere a esta cinta un halo de melancolía y el ya mencionado tema de la fidelidad o de la superación de un amor que nunca se ha olvidado.
Una película, en fin, que nos otorga más de lo que pretende, lo cual es de agradecer, y que mantiene su argumento sin altibajos y con un meritorio trazado narrativo.