
Más tarde emprendían camino, con sus vehículos perfectamente engalanados con banderolas y globos, hasta la iglesia de Santa María, donde se celebró la misa y desde donde partió la procesión. Tras la eucaristía, subían al santo a uno de los vehículos y comenzaba una ruidosa procesión que recorrió calles y avenidas riosecanas con el estruendo de los cláxones de los camiones, y en medio de la expectación de riosecanos y visitantes que vieron pasar a la comitiva. Una vez finalizado el cortejo procesional, de nuevo, comida de hermandad para cerrar unos actos de en torno a San Cristóbal, patrón que les protege de los peligros del asfalto.
Pero el fin de semana ha dado mucho de sí. El viernes comenzaban los actos festivos con la preparación de la limonada, mientras que el sábado se disputaba un animado encuentro entre bomberos y camioneros, como ya sucediera el pasado año. Seguidamente una parrillada y un karaoke animaron la noche, que en muchos casos se alargó hasta bien entrada la madrugada.
Manuel Lobo es el presidente de esta cofradía riosecana que agrupa a una treintena de profesionales del sector del transporte y la conducción y que fue recuperada en el año 1992 perdida durante algún tiempo.
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