Los Bernales, una familia de dulzaineros y redoblantes

Gonzalo Franco Revilla narra la historia de estos populares músicos quienes recorrieron todos los pueblos de Campos y Torozos animando las fiestas patronales

Gonzalo Franco Revilla

Durante muchos años, hasta que a comienzos de los años setenta del pasado siglo se impusieran en las fiestas de los pueblos los conjuntos musicales con diversos instrumentos eléctricos, fueron los dulzaineros los músicos que amenizaban las fiestas populares y tradicionales de los pueblos. Una de estas cuadrillas de músicos que dejaron huella allá por donde pasaron y tocaron  fueron Los Bernales. De las comarcas de Torozos y Tierra de Campos, por todo el valle del Hornija y por las provincias de Zamora, Salamanca Ávila y León fueron famosos y demandados durante años para entretener a la gente en  las fiestas patronales. Les llamaban así, porque su apellido era Bernal.

Los Bernales fueron los hermanos Timoteo, Fortunato, Ventura y Jerónimo, al que familiarmente conocían como Jeromito. Formaban una cuadrilla de dos dulzainas, caja y bombo, formación musical que no era frecuente entre los dulzaineros de otros lugares de la geografía vallisoletana. El padre de estos magníficos músicos había sido el también famoso dulzainero Lope Bernal, al que llamaban López.

El iniciador de la saga tocaba la dulzaina, allá en los finales del siglo XIX y había nacido en Adalia, pequeño pueblo situado entre las comarcas de Torozos y Tierra de Campos, en la provincia de Valladolid. La afición de la música les vino a los hijos por influencia paterna y en cuanto tuvieron edad para manejar con destreza y habilidad los instrumentos musicales acompañaron a su padre por las fiestas de la comarca. Lope era agricultor y probablemente fue un músico autodidacta, que además de la dulzaina tocaba el violín con cierta destreza. Además es posible que fuera también el constructor de sus propios instrumentos. La fama de estos dulzaineros llegó a otros pueblos de las provincias limítrofes, desde Alba de Tormes en Salamanca, hasta Ávila, Segovia y León.

El amor por la música y la destreza se heredó desde el abuelo Lope hasta los bisnietos, viviendo por y para la música. Los hijos de Isidoro, Timoteo y Ventura Bernal, fueron también músicos y manejaron con destreza  el saxo, el clarinete y la trompeta. La música les trajo a esta familia  muchas satisfacciones, pero también desgracias y tragedias, uno de aquellos queridos y admirados músicos Ventura Bernal fue fusilado en 1936 en el monte El Montico tras ser sacado por la fuerza de su casa en un camión en Casasola de Arión. A veces, al terminar de animar la fiesta callejera con la dulzaina y el tambor, solían hacer música de baile donde se habían ajustado, palabra que definía el compromiso para amenizar los días de fiesta. Por lo que se les puede considerar unos pioneros de los conjuntos musicales que comenzaran a hacer furor a finales de los sesenta y comienzos de los setenta del pasado siglo por imitación a los conjuntos musicales de música pop, desde los Beatles a los Brincos.

Había dos  temporadas de  contratos, una que  comenzaba  a mediados de Octubre hasta el Miércoles de Ceniza, con la particularidad de los contratos de quintos, que para ahorrar en la manutención y posada solían alojar a los músicos en sus casas mientras duraban las fiestas. La otra temporada comenzaba en primavera con las fiestas del Mayo y duraba hasta el final de verano con las fiestas patronales, la Virgen de Agosto y las fiestas de vendimia. Durante muchos años Los Bernales fueron los que sostuvieron las tradiciones de aquellos pueblos: Adalia, Mota del Marqués, Vega, Torrelobatón, Gallegos de Hornija, San Cebrián, Castromonte, Rioseco etc. El último músico perteneciente a la familia Bernal fue un nieto de Lope, Isidoro Bernal Pastor, redoblante, que falleció en 1999 a los noventa y tres años de edad en la Residencia de ancianos de Peñaflor de Hornija. De ellos hay una hermosa referencia literaria en el libro Retazos de Torozos de Blas Pajarero con dibujos de Félix Cuadrado Lomas. “Y oído tengo, que cuando las fiestas grandes de la Virgen o del Santo, se traía dulzaineros de Adalia….aparte de tener que apalabrarlos de un año para otro de los solicitados que estaban”.

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