
El instrumento es sencillo. Se toma una cuerda, a su extremo se simula una liebre con un trozo de piel del animal y el otro extremo se ata a la rueda de un coche, suspendida en lo alto. Al acelerar el vehículo, la liebre mecánica se desplazará a velocidad en la tierra en barbecho y los canes irán en su caza.
“Es una manera de seguir con nuestra pasión y de entrenar a los perros y ver las cualidades de los nuevos”, dice Álvaro Rueda, galguero del club riosecano. Hasta el día 12 de octubre no se abrirá la nueva temporada de caza de liebre, una campaña que se extiende hasta finales de enero. La pasada temporada “ha sido floja”, aunque al menos se han visto más liebres que en otros años.
Desde hace algún tiempo, el club riosecano, compuesto por cerca de cuarenta galgueros, presenta un perro para las previas del Campeonato de España de Galgos. Se organiza una competición eliminatoria dentro del club y se elige al galgo con más posibilidades. El pasado año fue una perra de Alejandro García, Cantora de Hornija, la que representó al club riosecano en las previas, aunque finalmente no hubo suerte y no pudo clasificarse para las fases finales.
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