Las calles de Medina de Rioseco (Tercera parte)


Desde el Puente Mayor tenía Rioseco una de las dos entradas principales a la ciudad. Éste desembocaba en calle flanqueada por el convento franciscano y el palacio del Almirante, que era conocida como Paseo de San Francisco, el mismo nombre que aún posee en la actualidad.

De esta avenida parten dos calles, la primera bordeando los restos de la muralla medieval, sobre la que se apoyan los muros de la iglesia monacal, y que se conoce como Ronda de Santa Ana. El nombre de ronda viene por ser la zona en la que los vigilantes del municipio en siglos pasados, realizaban la “ronda”, es decir, la vigilancia de los muros de la ciudad. El apelativo de Santa Ana, llegó después por recorrer la parte de atrás del Hospital de Santa Ana y Sancti Spiritus, o de San Juan de Dios. En el padrón de 1652 se la nombra como Ronda de San Francisco y se decía que en aquel año sólo vivían en ella, cinco pobres de solemnidad.

Del Paseo de San Francisco también parte la Avenida Ángel Peralta, que fue bautizada así cuando al famoso rejoneador le fue concedida la Medalla de la Beneficencia, a petición del Ayuntamiento riosecano. Antiguamente esta calle se llamaba Calle de la Posada, porque en ella existió durante varios siglos, ininterrumpidamente, una posada, que aún hoy se mantiene en pie en la esquina con San Francisco. Es la casa con la fachada inferior de piedra y dos portones con arcos escarzanos y en ella se alojaron, entre otros personajes conocidos, el escritor León Felipe y el propio Don Juan de Austria, cuando aún era Jeromín y se dirigía a Villagarcía de Campos, a casa de los Quijada.

La Plaza Mayor es uno de los espacios que más transformaciones han sufrido en nuestra ciudad. Tal y como la conocemos hoy no existió hasta mediados del siglo XIX, en que se derribó una manzana de viviendas para crear un espacio amplio, inexistente en Rioseco. En los años 60 se derribó una segunda manzana, que ocupaba lo que hoy es la parte superior de esta Plaza Mayor. El papel de la Plaza Mayor, lo había desempeñado la Plazuela de Santa Ana, también conocida como la Plaça. Situada en el solar que hoy ocupa el edificio de la Casa de la Cultura, tenía una forma irregular que le daban el Rincón de Unamuno, la iglesia de Santa Ana, una casa alquilada a los hermanos de San Juan de Dios, que hacía las veces de Ayuntamiento, y unos soportales antiquísimos, pertencientes a las familias de los mercaderes del siglo XVI y XVII. Una de esas viviendas en concreto, había sido propiedad de los Benavente, y era alquilada a los mercaderes foráneos que acudían a las reconocidas ferias riosecanas. En el centro se situaba la picota, símbolo de jurisdicción señorial, a la que se ataba a los condenados por robos y delitos menores, para su escarnio público. En 1852 se conocía como Plaza de la Constitución, cambiando su nombre durante la II República, pasando a llamarse Plaza de la República, volviéndolo a hacer de nuevo tras la Guerra Civil, como Plaza del Generalísimo.

La fotografía con la que hoy acompañamos esta sección muestra la entrada al convento de San Francisco a finales de los años 40, tras la que aún puede verse en pie parte del convento, la biblioteca, la capilla de la Orden Tercera, y las habitaciones superiores, todo ello derribado a principios de los años 70.

Continuará…

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