Las calles de Medina de Rioseco (Sexta parte)


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte

Una de las arterias principales de Medina de Rioseco es la Calle de los Lienzos. Desde el inicio de los tiempos tuvo este nombre, que hacía relación a la división medieval gremial de la ciudad, correspondiendo esta calle a los fabricantes de lienzos. Hasta hace escasos 20 años, aún se conservaban intactas la totalidad de las viviendas antiguas, muchas de ellas con galerías de madera en sus patios traseros, que no eran otra cosa que los antiguos secaderos de paños de los fabricantes que las habitaron en siglos pasados. La relación de calles elaborada en 1652 por el Ayuntamiento, advierte que en ella tiene su residencia el portugués Francisco Rodríguez Montero, familiar del Santo Oficio, es decir, un encargado de las delaciones a la Inquisición.

En la mitad de esta calle aparece la Calle Cerrajerías, que en el siglo XVII recibía el nombre de Calle de La Carpintería, en su tramo bajo y de la Cerrajería, para el tramo superior. En esta misma calle hay dos encrucijadas. La primera deja a la izquierda la Ronda de Ropa Vieja, ya conocida por este nombre en 1652, y que hace alusión a la posible existencia de un recinto murado mucho más antiguo que el conservado (ronda) y a ser la sede de los ropavejeros, vendedores de ropa usada, un negocio muy habitual hasta no hace muchas décadas. Este mismo cruce deja al lado izquierdo la Ronda de San Roque, otra ronda, esta vez dedicada al santo patrón contra la peste, San Roque, que en esta misma calle tenía dedicada una capilla hoy derribada. El segundo cruce de calles deja a la izquierda la actual Calle Cerrada, que no aparece en la relación de 1652, y a la derecha la Calle del Sol, que en esa fecha ya era conocida por el mismo nombre.

Este entramado de calles va a dar lugar a la actual Calle Royo Angosto, que en su tramo bajo se conoce por Calle Carnicerías. En siglos pasados se consideraba toda una y se llamaba Calle de Reoyo, nombre que se repite en numerosas ciudades y que siempre lo llevan calles situadas en las partes más antiguas del cogollo urbano. En 1652 se decía que vivía en ella el corregidor Luis Núñez, de la familia hidalga de los Núñez de Monroy. El apelativo de Carnicerías se colocó a mediados del siglo XX, para recordar que al final de ella existó un recinto conocido como El Mercado, donde se vendía la carne. Fue derribado en esos años y sus columnas trasladadas al Paseo del Duque de Osuna, donde pueden verse en la actualidad. Junto al Mercado, y haciendo esquina con la Calle Mayor, existió otra vivienda de enormes dimensiones, que durante casi 200 años albergó el Ayuntamiento riosecano. La vivienda también fue derribada y lo único que se conserva de este edificio son las arcadas de piedra que tenía en uno de sus laterales, de las que se desconoce su finalidad, y algunos investigadores apuntan a un posible uso como fuente municipal. Las imágenes de uno y otra, son las que ilustran este reportaje.

Casi al final de la Calle Royo Angosto, se encuentra la Calle del Pescado, otro nombre gremial, que conserva su apelativo original, y que tiene continuidad en la Calle Arzobispo Carlos Amigo, que hasta el cambio de nombre en 1.982, se llamó Calle del Doctor Isidro, denominación con que se la bautizó en el siglo XVII, por haber vivido en ella un popular médico con ese apellido, familiar del mercader José Fernández Isidro, que regaló el altar mayor de la iglesia del Hospital de Santa Ana (hoy retablo mayor de Santa Clara). Precisamente en este mismo hospital, trabajaba aquel doctor Isidro, muy estimado entre sus conciudadanos por atender gratuitamente a todos los riosecanos de escasos recursos.

Entre una calle y otra se encuentra el Corro de Santa María, punto central de la población y también la cota más alta de la misma. En él convergen otras dos calles, la de Santa María, conocida en siglos pasados como Calle de Nuestra Señora, y la de Los Huesos, llamada anteriormente Osario de Santa María. Ésta última se fusiona con la vía que los templos de Santa María y Santiago, la Calle Mediana, es decir, la calle situada en el medio de la ciudad. El padrón de 1652 ya la llama por este nombre y dice que en ella tiene su residencia, entre otros vecinos, un escultor llamado Antonio Enríquez, amén de la casa parroquial de Santiago, en el número 8 de la misma

(Continuará…)

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