Lágrimas claras en una triste despedida a siglos de historia

Las monjas clarisas celebran una eucaristía de despedida presidida por el cardenal Blázquez
La abadesa dijo que el amor a Rioseco quedará para siempre allá dónde vivamos

J.A.G. Fotos: Fernando Fradejas

No era un día fácil para sor Concepción, sor Aurora y sor Estrella, las tres monjas clarisas, que con una emotiva eucaristía se despedían de los riosecanos. La escasez de hermanas, el doloroso fallecimiento de Sor Piedad a los 51 años, la falta de vocaciones y algún que otro engaño enmascarado en forma de novicias de otros países que, la mayoría de las veces, solo buscaban una salida fácil en busca de papeles, han desembocado en el cierre del último convento de clausura en Medina de Rioseco.

Las lágrimas de las dos monjas octogenarias (la tercera se encuentra desde hace años postrada en una cama) eran sinceras; también las de los fieles que abarrotaron la iglesia conventual en la fría tarde del 6 de diciembre para asistir a la misa-despedida que ofició el cardenal-arzobispo de Valladolid, monseñor Ricardo Blázquez. No faltaron los sacerdotes riosecanos Juan Carlos Fraile, Alejandro Ovelleiro y Jesús Hernández Sahagún.

La madre abadesa, sor Concepción, leyó emocionada una carta en la que recordaba que la Comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara llevan en la Ciudad desde 1491. “Hemos experimentado que el convento de las clarisas ha sido corazón espiritual de Rioseco. A él acudían los riosecanos para pedir oraciones o para dar gracias por los favores recibidos de Dios”.

No obstante, la monja clarisa con más de 60 años de clausura en Rioseco, se negó a hablar de “despedida”, “pues siempre viviremos con la esperanza de que un día las hijas de Santa Clara regresará a Medina de Rioseco, ¡Dios lo quiera!”. Sor Concepción agradeció a todos los riosecanos su apoyo y a la Comunidad de Santa Isabel de Valladolid, donde residirán a partir de ahora. “Tened la seguridad de que no nos olvidamos de Rioseco, pues vuestro cariño lo llevaremos en el alma. Cambiamos de residencia, pero el amor permanecerá para siempre allí donde nos encontremos”.

El alcalde de la ciudad, David Esteban, dijo que “no es un día fácil para mí y para todos los que amamos Rioseco, despedimos a una comunidad que forma parte de la historia de nuestra ciudad”. Recordó la estrecha relación con la localidad. “Qué cofrade del Viernes Santo no ha traído su túnica para planchar, qué pareja de novios no ha traído huevos para que el día de la boda saliera un buen día, o la asistencia a las fiestas de Santa Clara y a la procesión de San Antonio, a recoger los enseres de las cofradías… son tantas y tantas costumbres arraigadas. Habéis sido muy queridas en Rioseco”.

El regidor, no obstante, prefiere quedarse “con esos más de quinientos años de amor, de caridad, de oración, de trabajo”. También ha recordado que las monjas estarán en el convento de Santa Isabel “a apenas veinte minutos de Rioseco” y prometió que los Reyes Magos, este año, tras la Cabalgata en Rioseco efectuarán una videollamada a las clarisas, para no perder la costumbre de esta visita cada 5 de enero al cenobio riosecano. Esteban finalizó su intervención con un emocionado recuerdo a Sor Piedad, fallecida hace unos días a la temprana edad de 51 años.

También palabras de esperanza tuvo el cardenal Blázquez. “Nos despedimos con pena, después de cinco siglos de historia, porque ahora termina la relación de las Clarisas con Rioseco, aunque con la esperanza de que vuelvan vocaciones” y comparó esta despedida “con la de Jesús con sus discípulos”. Juan Carlos Fraile, párroco de Santa María, dijo que era momento de “agradecer” la labor de la comunidad clarisa que “ha acompañado a tantas generaciones de riosecanos” y puso el acento en su actitud hacia los pobres.

Tras la eucaristía, en la que participaron algunas monjas clarisas de comunidades como las de Santa Isabel en Valladolid, Medina del Campo o Castil de Lences, en Burgos, sor Concepción y sor Aurora abrieron las rejas de la clausura para fundirse en un emocionado abrazo con los fieles que quisieron acompañarlas en este triste día y demostrar su afecto. Este fríojueves ponen rumbo a una nueva vida en el convento de Santa Isabel de Valladolid, aunque su corazón quede para siempre en Rioseco.

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