La Virgen de la O y la casa del cura; por Teresa Casquete


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte.

En esta imagen vemos la Calle Mediana a principios del siglo pasado, con su suelo adoquinado y sus centenarias viviendas inclinadas y sirviendo de marco a la iglesia de Santa María. Una de ellas, la que vemos en primer plano a la derecha, con los dos pisos volados sobre canecillos, era la antigua casa parroquial de Santiago, un edificio del siglo XVI, que después sirvió de vivienda al sacristán. En su fachada, entre los dos balcones, existió hasta los años 80 (aquí podemos verlo perfectamente), una pintura enmarcada del Apóstol, que atestiguaba quién era su propietaria.

Quizá fuera ésta aquella «casa del cura» a la que los niños de Rioseco se referían en un cántico que se recitaba en la festividad del día de la Virgen de la O, una tradición riosecana que perduró hasta los años 60 del siglo XX, en que lamentablemente cayó en el olvido. Cada 18 de diciembre la chiquillería riosecana recorría en grupos las calles, entonando una canción que decía:

«En la Virgen de O,
la casa del cura se quemó,

la mitad sí, la mitad no,
que viva la Virgen de la O».

Acompañados de cencerros, estos coros improvisados, realizaban diversas paradas antes las tiendas de comestibles y ultramarinos, donde ejecutaban su pequeña «actuación», haciendo sonar sus instrumentos en estruendo al finalizar la misma. En ese momento, los dueños y dependientes recompensaban su esfuerzo con un aguinaldo consistente en dulces y golosinas y los niños proseguían su camino hasta la siguiente tienda.

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