
El autor dice que el origen de la exposición se encuentra “en la curiosidad que despertaron en mí unas duelas antiguas que me regalo mi buen amigo Cecilio Lera, conocedor de mi afición y al que nunca agradeceré bastante el haber tenido este detalle que despertó en mí todo un mundo de sensaciones”.

Para Balta lo más importante es que con este trabajo “el arte y el vino se unen y proporcionan una tercera vida al roble, pasando de su estado natural a su transformación en cuba y, por último, el paso de duelas aparentemente inservibles a las tallas que aquí se exponen”.
Por último, el autor agradece el apoyo de Blanca y de su maestro, el escultor Ángel Martín, además de patrocinadores, personas que aportan material y al Ayuntamiento de Rioseco. Balta de la Cruz tiene un deseo: “Que los visitantes disfruten de estas piezas como yo al realizarlas”.
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