El próximo día 26 de Octubre se iniciará en de Medina de Rioseco el primer acto que el nuevo club de lectura de la biblioteca municipal ha organizado. Lo hará con una novela de Gustavo Martín Garzo El lenguaje de las fuentes, y con la presencia en el acto del escritor, novela que significó para su autor el Premio Nacional de Narrativa y el gran empujón a una carrera literaria, que ha proseguido desde entonces con regularidad y con más galardones.
Martín Garzo ha estado muy vinculado a Rioseco desde que desde Villabrágima, donde tiene los orígenes familiares paternos, se desplazara siendo un niño con frecuencia a Rioseco en bicicleta, lo que ha recogido en otro de sus libros, hasta que siendo adulto y mientras veraneaba en su pueblo visitara con asiduidad nuestro pueblo.
En el año 2001, salía publicada en la colección Areté- Plaza y Janés, La Soñadora, novela que Gustavo sitúa y localiza en Medina de Rioseco, obra que presentó en el Teatro Principal en marzo del 2002. La soñadora es sin lugar a dudas la obra de ficción más importante que tiene como protagonista a nuestra ciudad. La sinopsis de la historia es la siguiente: A raíz del probable suicidio de Aurora, su amiga de infancia y amor de juventud, Juan Hervás regresa a su pueblo natal (Rioseco) y en el cementerio, se encuentra misteriosamente con la propia Aurora, dando inicio a un diálogo que constituye la sustancia de la historia.
El libro nos muestra algunas de las constantes tanto estilísticas como narrativas de la obra de Martín Garzo: el desorden que producen tanto la pasión amorosa como la frustración del amor, el misterio de la condición femenina, así como nuestra grandeza y miseria tiene relación con el hecho de desear siempre una cosa distinta de la que somos. En el relato entre realista y mágico se cuelan referencias a la obra de Juan Rulfo Pedro Páramo, en el diálogo con los muertos y a obras cinematográficas, sobre todo a cierto cine norteamericano de los años cincuenta del pasado siglo conocido como de serie B, películas como El hundimiento del Titanic, versión de 1953, El increíble hombre menguante, El hombre que tenía rayos X en los ojos, Frankenstein, El testamento del doctor Cordelier…
La novela está situada cronológicamente a comienzos del siglo XX, cuando Rioseco vivió uno de sus grandes y escasos periodos de esplendor económico y demográfico con las grandes harineras produciendo y exportando y el Canal de Castilla en su momento de gran florecimiento. La fundación del Casino con sus fiestas y estrenos teatrales y musicales puede servirnos de indicador certero de ese momento histórico. Época, en suma, de gran prosperidad, coincidiendo con la I Guerra Mundial y con la neutralidad española en la misma que motivó un momento de burbuja económica, que terminó abruptamente con la finalización de la gran guerra, tanto en España como en Medina de Rioseco.
La obra es un gran relato evocativo del paraíso perdido de la infancia, de los días pasados, esto que también se ve en la sugerente portada del libro: el retrato de una joven alemana hacia 1905, del “esplendor en la hierba” como reflejaba el hermosísimo poema de William Wordsworth: “Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello, que en mi juventud me deslumbraba; aunque ya nada…” y también es un recorrido sentimental por los paisajes y la geografía de nuestra ciudad.
Un homenaje a ese pasado esplendoroso de Rioseco, en sus iglesias, monumentos, fábricas de harina, calles y plazas y también a los hombres que vivieron, a los que vivimos y a los que vivirán. Porque el paisaje es el hombre también y aquello que le rodea y le hace vivir, porque como dejo escrito en un ajustado aforismo José Antonio Pizarro de Hoyos: “Los hombres somos tan absurdos que nos empeñamos en buscar y escudriñar en el horizonte, las cosas que están ante nuestros ojos”.
Quisiera para finalizar sugerir una idea: por qué no realizar una ruta de La Soñadora en los paisajes recorridos por la novela y así convocar a los numerosos seguidores de la novela, algunos de los cuales han venido ya ex profeso a visitar el lugar donde transcurre la historia. ¿No sería un buen señuelo turístico?