La reconstrucción de la portada de Santa María


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte


En los años 20 del siglo pasado, el crítico de Arte, Georg Weis, realizó un interesante estudio sobre las hallen kirchen españolas, es decir, las iglesias-salón, con igual altura de bóvedas en todas sus naves. Weis, recorrió los distintos ejemplos de nuestro país, y como no podría ser menos, los dos existentes en Medina de Rioseco: Santa María y Santiago.

Para dicho estudio, el crítico alemán, recopiló una serie de fotografías de estos dos templos, que aportan numerosa información sobre esculturas, pinturas y retablos actualmente desaparecidos, y del aspecto exterior de las iglesias, así como del entorno urbano que lo rodeaba.

Esta que hoy traemos a La Voz del Ayer, tiene como curiosidad el haberse realizado en el momento de la reconstrucción de la portada. Si hoy fijamos nuestra atención en las jambas de la puerta de Santa María, veremos como la parte inferior de columnillas y baquetones, posee una tonalidad más clara que el resto, y se encuentran, además, en un perfecto estado, cosa extraña por la antigüedad de su talla y la calidad de la piedra. Y es que, precisamente, en 1922-23, año en que se realizó esta fotografía, se tomó la decisión de reconstruir la decoración pétrea de la entrada de la iglesia, ante el avanzado estado de descomposición del material constructivo. Y si ahora fijamos nuestra vista atentamente en la fotografía, y más en concreto en la zona inferior de la portada, veremos como se estaba realizando este trabajo de reconstrucción en esos momentos, y como existen bloques de piedra in situ, sin devastar y esperando el trabajo del cincel del artesano.

El corro de Santa María también recibió ese «lavado de cara», colocando ex novo el atrio, con sus escaleras, bancos y reja de hierro, aunque debido a lo endeble del tipo de caliza usada, a finales de los años 90 presentaba un alto nivel de deterioro. Por suerte, y gracias a la acción del Proyecto Almirante, el entorno fue recuperado en su totalidad. Y es que un lugar tan emblemático para los riosecanos, como el Corro de Santa María, centro geográfico de la ciudad, punto central de actos cívicos y litúrgicos durante siglos y en la actualidad, en nuestra archifamosa procesión del Viernes Santo, no merecía el lamentable aspecto que ofreció durante algunas décadas. Al igual que hoy tampoco merece el abandono, la ruina y el derribo que están sufriendo las centenarias viviendas de la zona, así como las recientes construcciones de hormigón y ladrillo, de un gusto tan pésimo, que destruyen el encanto de este lugar y alejan al turismo cualificado e inversor, que busca cultura, arte, arquitectura tradicional, con entornos únicos e irrepetibles.

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