La lluvia impide la salida de los pasos y desluce el Vía Crucis

No se pudo efectuar el traslado de los 19 conjuntos escultóricos al corro de Santa María y el acto litúrgico se celebró en el interior de la iglesia

M.GM./Fotos: Fradejas

Muchos cofrades y visitantes tenían la esperanza de haber visto 19 de los pasos de la Semana Santa de Rioseco en la calle y un día diferente al habitual de las procesiones. Era la celebración del Vía Crucis extraordinario con motivo del año de la Fe que organizaba la parroquia de Santa María y Santiago.

Pero una vez más, la lluvia hizo aparición en el momento más inoportuno y el traslado de los pasos desde el Museo de Semana Santa hasta el corro de Santa María donde se celebraría el acto litúrgico no pudo desarrollarse, y la celebración religiosa tuvo que cobijarse en el interior del templo.

El párroco de Santa María y Santiago, Juan Carlos Fraile, lamentó que se hubiese perdido “una ocasión única de poder ver juntos casi todos los pasos en un Vía Crucis histórico”, a la vez que señaló que se había tomado “la decisión correcta”.

Pasadas las siete de la tarde, daba comienzo el Vía Crucis de Proclamación en el interior de la iglesia de Santa María con cientos de personas y la presencia del paso La Entrada de Jesús a Jerusalén, trasladado por la mañana. La ceremonia dio comienzo cuando desde la sacristía de la iglesia salió, portado a hombros, el Lignum Crucis que habría pertenecido a la histórica Cofradía de la Vera Cruz, seguido de los sacerdotes de la parroquia, del vicario general del Arzobispado de Valladolid, Luis Argüello, y de distintos cofrades de diferentes generaciones, que llegaron hasta el presbiterio.

El inicio de la rito estuvo marcado por la lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26, en la que se expresa la frase Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido. Lectura que dio lugar al simbólico traspaso de la medalla de la hermandad que, como expresión de la transmisión de la fe, realizaron un abuelo, un hijo y un nieto de cada cofradía.

Más tarde el vicario general desde el presbiterio llevaría a cabo una breve oración por cada uno de los pasos que iban a participar, representados por las varas y banderines de las distintas cofradías penitenciales riosecanas repartidas los todo el interior del templo. Todo ello en medio de distintos cánticos llevados a cabo por el Coro Parroquial. El final del Vía Crucis llegó con la predicación del vicario general. Todo ello en medio de distintos cánticos llevados a cabo por el Coro Parroquial.

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