La lluvia da tregua y el Cristo de las Puertas procesiona por Rioseco

La popular procesión del barrio de San Sebastián se adelantó unos minutos en previsión de la lluvia. El crucificado fue portado a hombros hasta Santa María

Fotos: Fernando Fradejas / David Carpintero

procesionprocesion2La lluvia fue benevolente y dio una tregua en este segundo domingo de octubre para que el Cristo de las Puertas pudiera, una vez más, salir en procesión a bendecir a los vecinos del barrio del Arco de San Sebastián.

A pesar de que las predicciones no eran muy halagüeñas y que la lluvia prácticamente no cesó durante la noche, el cielo fue condescendiente con los vecinos del barrio riosecano para que pudieran salir en procesión en el día de su fiesta grande, acompañado de multitud de personas.

Los actos se adelantaron unos minutos en previsión de que la lluvia pudiera aguar la fiesta. El Cristo de las Puertas, una bella talla del siglo XVI, fue descendido de la capilla superior del Arco de San Sebastián, antigua puerta de la muralla de la ciudad, en una maniobra complicada por las escaleras del edificio.

Una vez en la calle, el casi centenar de cofrades alumbró su talla en la procesión que abría el Mayordomo de 2015, Roberto Lobato Abril, portando la vara mayor de la Cofradía junto. El desfile subió hasta la iglesia de Santa María, donde el párroco Juan Carlpos Fraile ofició la ceremonia religiosa.

Minutos después, con cohetes que anunciaban la salida del Crucificado, el desfile se reanudó con el acompañamiento de dulzainas y el grupo de danzas Ciudad de Rioseco que, un año más, no faltó a la cita. La procesión recorrió la calle de Santa María, calle Mayor y San Juan. Como es habitual en su regreso a la capilla, el Crucificado recorre cada vez una calle del barrio. Esta vez tocó a la calle Nueva.

El Cristo de las Puertas llegaba al pie del arco de San Sebastián.  Últimos bailes para honrar al Crucificado y de nuevo, maniobra complicada, para devolverlo a su capilla. La fiesta continuó con limonada y dulces típicos antes de que el Mayordomo invitara a sus hermanos cofrades a un ágape.

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