
Torija (Elegía) de Castillos de España, de Federico Moreno Torroba; Tema y Variaciones sobre La Folí de España, Op. 45, de Mauro Giuliani; Homenaje por la Muerte de Claude Debussy (Mesto e Calmo), de Manuel de Falla y Matheu; y Elogio de la Danza, de Juan Juan Leovigildo Brouwer, compusieron “un programa muy interesante con músicas de diferentes épocas”, según señaló el hermano del joven guitarrista, el pianista Diego Fernández Magdaleno, quien no faltó a un recital en el que “Álvaro tocó muy bien y estuvo muy seguro”.
Por su parte, el menor de los Fernández Magdaleno justificó el éxito del recital por “el contraste entre unas obras que siempre han gustado”. En este sentido, por su importancia en el repertorio guitarrístico, el joven intérprete quiso destacar la pieza Elogio de la Danza, de Juan Juan Leovigildo Brouwer.
Poco a poco la guitarra se va abriendo camino como instrumento solista o acompañado a otros, aunque sea en festivales específicos, “ya que antes era algo impensable”, explicó Álvaro Fernández, quien recordó que para la guitarra existen obras muy buenas para explicar “cómo sorprende a todas las personas que nunca han oído una guitarra sonando de esta forma”.
Respecto a su futuro, el interprete riosecano, que actualmente cursa 6º de Enseñanzas Profesionales en el Conservatorio de Valladolid antes de iniciar Estudios Superiores, tiene claro que la prioridad es seguir aprendiendo, en una labor que perdurará durante toda la vida, “ya que hay obras que requieren una técnica que no es igual a la que se utilizaba hace años”.
Hasta hace años, la guitarra no se podía considerar como un instrumento capaz de interpretar a los clásicos. Andrés Segovia inició un difícil camino que Álvaro Fernández Magdaleno ha decidido seguir, quizás con la esperanza de que algún día ese maravilloso instrumento de seis cuerdas alcance el respeto que merece.
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