La casona hidalga de los Vicente


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte

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Fachada de la casa de los Vicente, en la Calle Castilviejo

En la Calle Castilviejo (que hasta no hace muchos años se llamaba Calle de La Pinilla) podemos encontrar una de las pocas casonas blasonadas que aún resiste al paso del tiempo, la actuación de la piqueta  y la especulación constructiva.

En el listado de vecinos que publicamos en esta sección de La Voz de Rioseco, aparecía residiendo en esta misma vivienda, en el año de 1777, “Don Sebastián Vicente Robles, del estado noble”. Precisamente a su familia, a los Vicente, pertenecía el inmueble. En la fachada principal, sobre la puerta de entrada, se encuentra el blasón familiar: en oro, un pino de sinople (verde), al que está asido un brazo armado; en jefe (parte superior del campo del escudo), una campana de sable (negro), entre dos calderas del mismo color. En la fachada posterior realizada en piedra, ladrillo y tapial, encontramos tres pequeñas hornacinas con imágenes de San Isidro (patrón de los agricultores) y de Santa Bárbara (protectora contra las tormentas). Porque la ocupación de la familia Vicente, al igual que muchísimas otras del Rioseco del siglo XVIII, era la labranza y la ganadería. De hecho la vivienda, que ocupa toda la manzana, posee un gran patio interno con dependencias propias para el desempeño de este oficio.

Escudo de la casa de los Vicente, en la Calle Castilviejo
Escudo de la casa de los Vicente, en la Calle Castilviejo

Frente a esta casa se encuentra un antiguo silo realizado en sillería, que fue propiedad de la familia Vicente y que protagonizó hace más de dos siglos, un bello ejemplo de generosidad. El personaje más destacado de la familia fue Andrés Largo Vicente. Nació en Medina de Rioseco en 1729 y murió en la misma ciudad en 1764. Eloisa Wattenberg, en su Catálogo Monumental de Medina de Rioseco, hace alusión a tan insigne riosecano y apunta que los descendientes poseen su biografía inédita, recogida en un manuscrito por un familiar cercano llamado Domingo Largo Maestro, también riosecano y canónigo de la Catedral de Palencia. Éste último, Domingo Largo, fundó en su ciudad natal en el año 1780, la Escuela de Geometría, que funcionó al menos hasta 1850. Un centro de enseñanza que basaba su método didáctico en las ideas de la Ilustración, en premiar el esfuerzo y en eliminar los castigos. Recordemos que hablamos de una época en la que los correctivos con violencia física en los colegios eran la norma diaria.

Otro riosecano, el jesuita Ángel Sánchez, en su obra Traducción de los cuatro libros sapienciales”, publicada en el año 1786, habla ampliamente de Andrés Largo Vicente y de su labor en pro de los labradores riosecanos a través de su famoso silo. Dice de él: “…así lo entendía un honrado labrador de Rioseco mi patria, Andrés Largo, muerto como veinte años ha, el cual no contento con dar limosna cada día en su casa a los pobres ordinarios, y dar muchas de secreto a los más civiles, tenía una panera provista de cantidad gruesa de trigo y cebada, para que los labradores que no tenían, acudiesen allí por lo que necesitaban para sus siembras. A nadie se preguntaba lo que llevaba, y a nadie se le pedía. La panera no mermaba, todos volvían puntualmente el trigo y cebada a su puesto (tanta es la honradez de aquella gente), y los graneros del virtuoso Largo crecían, y tanto que la tenue herencia paterna, en pocos años que la gozó, creció excesivamente en sus manos,…”.

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Fachada posterior de la casona de los Vicente, a principios del siglo XX.

No fue éste el único ejemplo de generosidad que tuvo Andrés Largo Vicente con Medina de Rioseco. En 1759 donó a la parroquia de Santa Cruz, el maravilloso frontal de plata, gran ejemplo de la orfebrería barroca, que los riosecanos siempre mostramos con orgullo a nuestros visitantes.

Varios familiares de Andrés dedicaron su vida a la religión. Además de Domingo Largo, también fueron sacerdotes sus hermanos, Jacinto Largo Vicente y José Largo Vicente, que el famoso Catastro de Ensenada recoge como importantes ganaderos, con 1.450 ovejas, 500 corderos y 50 carneros, el primero, y con 650 ovejas y 200 carneros, el segundo.

A esta destacada familia de Rioseco, también perteneció el capitán de caballería Silvestre Vicente Largo, que en 1817 ya estaba retirado. Y, asimismo, descendiente de este linaje, fue el famoso escultor Aurelio Rodríguez Vicente Carretero, más conocido en su pueblo natal como Aurelio Carretero, ya que era hijo de Elisa Vicente Betegón, descendiente indirecta del magnánimo Andrés Largo Vicente.

Frontal de plata, donado por Andrés Largo Vicente.
Frontal de plata, donado por Andrés Largo Vicente.
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