Julián Rodríguez: “Mi oficio se ve ahora como algo normal”

Este riosecano lleva más de dos décadas como responsable del cementerio municipal desde que se jubilara "el señor Isidro, el antiguo enterrador"

2 de noviembre. Día de Difuntos. Aunque ya ha pasado la festividad de Los Santos y la mayoría de los riosecanos han rendido memoria a sus difuntos, hay muchas personas que prefieren hacerlo en este día. Como cada mañana desde hace veinte años, Julián Rodríguez de Jesús abre las antiguas verjas que dan acceso al camposanto. Él es el encargado municipal del cementerio desde que, hace más de dos décadas, sustituyera “al señor Isidro, el antiguo enterrador”.

“Mi labor principal es tener acondicionado el cementerio, limpiarlo, retirar las flores que ya se han marchitado y, por supuesto, enterrar cuando hay un funeral o exhumar los restos”, explica Julián, que viste bata azul y gorra de plato durante estos días tan especiales.

A pesar de estar acostumbrado a su oficio, Julián Rodríguez no es insensible a la muerte y al dolor de los familiares que tienen que pasar este angustioso trago. “Es el peor momento de mi trabajo, ves a los familiares que despiden a su ser querido, hay mucho dolor y muchos nervios. Uno no se acostumbra ello”.

Aunque sin duda la labor “más dura” es cuando hay que exhumar o como dice Julián Rodríguez “vaciar” las tumbas. “Son momentos también complicados, especialmente cuando están presentes los familiares”.

La monotonía se rompe durante la festividad de Todos los Santos. Esos días el trabajo aumenta y todo tiene que estar preparado para recibir a cientos y cientos de riosecanos, que visitan a sus difuntos. “Es una tradición bonita que no ha cambiado en estos veinte años que llevo aquí”. Durante el resto del año el tránsito baja.

“A diario viene muy poquita gente, normalmente viudas”, dice el enterrador, quien también afirma orgulloso que la visión de su oficio ha cambiado en estas dos décadas. “Antes estaba peor visto, pero ahora afortunadamente esto también ha cambiado y se ve como algo normal”.

Lo que también ha cambiado en estos últimos veinte años, ha sido la fisonomía del camposanto. Especialmente tras la ampliación, con los terrenos anexos al antiguo cementerio. “la zona nueva es mucho mejor, está todo mejor organizado y acondicionado, y cuando hay un enterramiento todo es mucho más fácil”, concluye. Es hora de comenzar su trabajo.

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