De Australia a Santiago, pasando por Rioseco


Miguel García Marbán

Más de diez siglos de peregrinaciones han hecho que la secreta memoria del Camino de Santiago guarde millones de escondidas historias de los hombres y mujeres que un día decidieron caminar hasta el sepulcro del apóstol Santiago. Una especie de gigantesco libro de miles de páginas, que poco a poco se ha ido escribiendo con cada nuevo paso de cansados pies.

La australiana Sharon Elizabetn Brown ha escritos varias páginas de ese libro al haber recorrido varias rutas del Camino de Santiago, quizás porque, aunque todos lleguen a Santiago, ninguno es igual. La última de esas aventuras jacobeas se encuentra ahora viviéndola al estar realizando, junto a su amigo, el catalán Ángel Hernández Martín, el Camino de Madrid. Al llegar a la Ciudad de los Almirantes y hacer noche en el albergue del Convento de Clarisas, los dos coincidieron en destacar la belleza de Rioseco y la singularidad de una ruta en la que el peregrino se encuentra consigo mismo. Unos senderos donde el silencio es seguro que a la australiana la hayan traído, en la inmensa llanura de Tierra de Campos, recuerdos de su casa al otro lado del mundo. 

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