
La pretensión de Fernando era perfilar un retrato en escorzo, una aproximación al profesor y al hombre, sin entrar en profundidades, dado el contenido de conjunto del libro. No estará demás algún apunte sobre su dimensión académica coincidiendo con el aniversario del nacimiento de don Galo, hoy hace 120 años, y la generosa acogida de lavozderioscoseco.com.
Tras concluir la carrera de Derecho obteniendo matrícula de honor en todas las asignaturas, y obtener por oposición la cátedra de Historia del Derecho a los 27 años en la Universidad de Murcia, pasó después a las de Oviedo, Barcelona y Madrid. En su etapa de formación habitó en la Residencia de Estudiantes, el mítico centro cultural/intelectual de aquellos años, coincidido en otra institución también clave –el Centro de Estudios Históricos-, surgido de la Junta de Ampliación de Estudios, orientado por la influencia de de don Ramón Menéndez Pidal y don Eduardo de Hinojosa, otro ilustre historiador del Derecho, fundador de la denominada Escuela de Hinojosa. Con algunos de cuyos discípulos fundó Galo Sánchez en 1924 al Anuario de Historia del Derecho Español, publicación pionera, clave y emblemática en el ámbito de la historiografía jurídica en España; Anuario del que llegó a ser director de 1942 a 1948.
Sobre un panorama por entonces yermo de publicaciones, da a la imprenta su Curso de Historia del Derecho (1932), obra excelente y rigurosa, centrada en el estudio de las fuentes para el conocimiento de nuestra historia jurídica y que, por su importancia, fue el libro de texto en el que estudiaron la asignatura varias generaciones de universitarios españoles, desde su publicación hasta mediados los años setenta.
Galo Sánchez centró en gran parte su actividad investigadora en el aludido estudio de las fuentes del Derecho, pero abierto a la realidad de toda la vida jurídica. Una realidad que abarcaba el Derecho consuetudinario. Es conocida su atención por determinados temas de interés histórico-jurídico, tal es el caso del Libro de los fueros de Castilla (primero de los intentos de reunir el conjunto del derecho de aplicación general en Castilla) que don Galo data en la mitad del siglo XIII. En 1924 edita las Fazañas -sentencias que a veces sentaban jurisprudencia y en ocasiones eran dadas conforme al libre albedrío del juez-, cuyo estudio lleva a concluir al profesor que los jueces castellanos, en la Edad Media, eran creadores del derecho de Castilla.
Dedicado por entero a la vida universitaria (con lecturas y traducciones en latín, alemán y francés), y asiduo al Ateneo madrileño, su trayectoria pública fue una proyección de su compromiso con la Universidad y la Republica. En 1931 fue nombrado Director de la Sección de Fueros del Instituto de Estudios Medievales del Centro de Estudios Históricos. En 1932 consejero -en la Sección de Universidades- del Consejo Nacional de Cultura, órgano consultivo que por entonces tenia encomendada la más alta misión orientadora en el desarrollo de la cultura y actividad científica en España. En reconocimiento de su labor intelectual, académica, le fue concedida La Gran Cruz de Alfonso X el Sabio.
Tras su jubilación, regresa definitivamente a Rioseco en 1962, donde fallece el 23 de agosto de 1969 en la misma casa en que había nacido. Cuarenta y tres años que nos dejó. Antes de que transcurran otros tantos tal vez un día nos encontremos con la sorpresa de que en la calle dedicada a don Galo se decidan a colocar la placa con su nombre. Estos trámites requieren maduración y tiempo.
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