
Al filo de la media noche, las luces del Corro de Santa María se apagaban y el fuego, la pólvora y la música comenzaban a apoderarse de las calles riosecanas. Los soportales y el atrio de Santa Cruz fueron testigos del montaje pirotécnico musical que congregó a cientos de personas.
La noche de San Juan no había hecho más que empezar. La Plaza Mayor se convirtió en una improvisada pista de baile donde la Gran Orquesta Europea Big Bang protagonizó una inolvidable noche. Con éxitos de hoy y de siempre, muchos de los asistentes no dejaron de bailar hasta bien entrada la madrugada. No podía faltar la hoguera de San Juan, donde quemar los malos augurios y llenarse de buenos propósitos para el resto del año.
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