(In memoriam Emilia Revilla Blanco)
Pedro Fernández de Pulgar (Medina de Rioseco, 27 de diciembre de 1620- Madrid, 22 de diciembre de 1697). Cronista Mayor de Indias. Es bautizado en la iglesia de Santa Cruz, el día 1 de enero de 1621. Hijo primogénito de Pedro Fernández de Pulgar, natural de la cercana localidad de Aguilar de Campos y de Ana Gómez, procedente de Medina de Rioseco, que se casaron a finales de 1619.
Se tienen noticias de otro hermano suyo llamado José, padre del que sustituyó a Fernández de Pulgar en el Canonicato de Palencia y que fue su heredero universal. No se conocen muchos datos de su infancia y juventud, salvo la posibilidad de que estudiará en el seminario de Palencia, diócesis a la que pertenecía por entonces Rioseco, seguramente becado por el Cabildo catedralicio. De Palencia se trasladó a Salamanca, donde en su Universidad alcanzaría el grado de Doctor en Teología. Una vez ordenado sacerdote adquieren pronto fama sus dotes de orador y de gran predicador en Palencia y se vincula con los jesuitas.
En 1655, es Beneficiado de Preste de la parroquia de Santa María de su pueblo natal y administrador de una fundación que había dejado desde Perú, donde murió, un indiano de orígenes riosecanos, Andrés Pérez de Castro, para dotar a doncellas pobres y socorrer a huérfanos. En 1699 es nombrado Visitador General del obispado de Burgos, lo que va a suponer un gran salto en su carrera eclesiástica.
En 1622 consigue mediante oposición ser nombrado Canónigo Penitenciario de la Catedral de Palencia, título que servirá para firmar toda su densa y extensa obra, al que va a estar unido, del mismo modo que a la ciudad de Palencia, donde acumulará una gran cantidad de cargos y responsabilidades: Visitador de parroquias y del obispado, Archivista, Examinador de Órdenes, Celador de testamentos, Canónigo magistral, Predicador oficial y donde en la actualidad tiene una calle con su nombre [imagen inferior].
No pierde el contacto con su villa natal, y al menos en tres ocasiones hay constancia de estancias en Rioseco, en 1666 pasa un año recuperándose de una enfermedad; en noviembre de 1673 viaja desde Madrid para predicar en la iglesia de Santa Cruz; en 1685 visita de nuevo la ciudad como consecuencia de la muerte de su madrina, que le ha nombrado heredero.
A partir de 1672 están muy documentadas continuas estancias en la capital del reino y de la corte-Madrid-, con una intensa vida de contactos de alto nivel intelectual y político que llevarán a que el 21 de enero de 1677, consiga ser nombrado Cronista Mayor de Indias, sucediendo a Antonio Solís, haciendo efectivo el nombramiento cuando éste muere el 19 de abril de 1686.
Con este nombramiento se traslada de un modo definitivo a Madrid y a dedicarse por entero a escribir la historia de América, en 9.320 páginas, en una visión globalizadora y pluritemática, aprovechando para luchar contra las falsas crónicas y desmintiendo hechos y errores anteriores. Fue durante toda su vida un apasionado bibliófilo y lector, fuente de su saber enciclopédico.
Tanto en Madrid como en Palencia logró reunir miles de ejemplares de libros, esto le llevó a rastrear todas y cada una de las bibliotecas y librerías particulares que se ponían a la venta. Esta desmedida pasión le llevó a endeudarse con el Cabildo de Palencia en la suma considerable de 7.000 ducados, lo que hizo que no tuviera más remedio para saldar sus deudas que ofrecer su biblioteca al cabildo para que no fuera partida y vendida a particulares.
El 20 de diciembre de 1697 otorga una escritura por la que da posesión de su biblioteca al Cabildo, dos días antes de su muerte. En poder otorgado a su sobrino y sucesor José Fernández de Pulgar se recoge su fallecimiento: “Falleció y pasó desta presente vida oy, día 22 de diciembre, de lo que el escribano da fe dello por haberlo visto muerto naturalmente”.
Hasta 1794 no se acondicionará el edificio que recoge la biblioteca de Fernández de Pulgar y así se conserva en la actualidad. Para la instalación y funcionamiento de la denominada Biblioteca del Canónigo, éste dejó unos fondos 379.260 maravedís, producto de sus últimos sueldos como Cronista Mayor de Indias. La biblioteca consta en la actualidad de 6.132 volúmenes, de materias tan diversas como curiosas, desde obras de autores clásicos, obras sagradas y profanas, manuscritos de valor incalculable y libros de diversos idiomas: italiano, portugués, castellano, latín, griego, hebreo, caldeo… Gramáticas y vocabularios. Biblias, comentarios a los textos sagrados, los Santos Padres, la historia de la Iglesia y sus concilios, biografías de santos…
Sus conocimientos y vocación científica quedan reflejados en la gran variedad de los temas de los libros que poseía: desde la náutica, la medicina, la cosmografía, farmacología, matemáticas, alquimia, física… Se le puede considerar políglota, ya que hay razones para afirmar que o bien dominaba o al menos conocía, ocho idiomas: latín, griego, castellano, portugués, italiano, francés, caldeo y arameo. La historia fue un centro de atención para Fernández de Pulgar, no en vano fue el Cronista de Indias, escribió la voluminosa obra Historia Secular y Eclesiástica de la Ciudad de Palencia, La Hispania ilustrata, La Vida del Venerable Francisco Jiménez de Cisneros y cuantiosos escritos sobre América
Digno continuador de Antonio de Herrera con una Crónica de 9.000 páginas
La labor profesional y vital más importante de D. Pedro Fernández de Pulgar es haber desempeñado durante once años el cargo de Cronista Mayor de Indias. El cargo efectivo y su nombramiento lo realiza a una edad ya mayor-66 años-, pero eso no fue óbice para realizar una actividad cronística de una envergadura fuera de lo común. De su empeño dan muestra las más de nueve mil páginas que dejó escrita de la Crónica. Estructurada en décadas, con seis títulos diferentes, abarcando la totalidad de los acontecimientos y hechos americanos, siendo importante el capítulo que dedica al siglo XVI, una de las etapas más ricas e influyentes de la historia de América. Fue un digno continuador de su antecesor Antonio de Herrera que ejerció adecuadamente su oficio. Es importante destacar la vocación totalizadora de la obra que Fernández de Pulgar dio a su obra, abarcando no solo aspectos de historia, arte, evangelización y geografía de las posesiones americanas, si no también aspectos jurídicos y de defensa de la colonización española para intentar luchar contra la leyenda negra que tanto daño estaba haciendo en este momento histórico a la gobernanza de la corona. Por último, destacar que en el momento de su muerte D. Pedro Fernández de Pulgar dejó once manuscritos originales e inéditos, que en total sumarían cerca de 4.500 folios encuadernados en pergamino y escritos a mano en caligrafía humanística propia del siglo XVI, de distintos copistas que no pudieron ser editados.