El último y triste adiós a Francisca Martín ‘Paquita’

La que fuera demandadera del convento de San José o voluntaria con personas mayores murió ayer a los 77 años de edad después de una larguísima enfermedad

Miguel García Marbán

Algunas personas pasan por este mundo de puntillas, como si siempre hubieran andado descalzas, sin hacer ruido. Sin embargo al volver la vista atrás y ver su camino recorrido, sus huellas son las que más se distinguen, indelebles al paso del tiempo. Sin duda una de esas personas era Francisca Martín, a la que todos conocíamos cariñosamente como Paquita y que ayer nos dejó a los 77 años de edad.

A pesar de que hacía muchos años que le habían diagnosticado un grave cáncer, Paquita nunca se rindió y luchó con dientes y uñas para plantar cara a los ataques de la cobarde enfermedad. Porque en su corazón latía con fuerza la emoción y la ilusión por seguir viviendo, la misma que le hacía siempre sonreír, la que le hacía levantar el brazo para ser voluntaria allí donde se la necesitaba, para sentarse delante de un folio en blanco y escribir poemas llenos de la vitalidad que ella sabía, en silencio, que se la escapaba entre los dedos de las manos.

Durante más de 30 años fue demandadera del convento de San José al servicio de las religiosas carmelitas, además de devota de la Virgen del Carmen y, tiempo más tarde, miembro de la directiva de la Asociación Cultural Rúa Mayor y cofrade de Santa Águeda, sin olvidar su altruista voluntariado social con personas de su misma edad.

Por suerte hace justo un año la Asociación Cultural Rúa Mayor la dedicó un sentido homenaje. Entonces, mientras que el miembro de la junta directiva, Juan Rodríguez, se refirió a Paquita como “llena de dones sin fin”, la presidenta , Purificación Rey, la calificó como “amable, cariñosa y generosa” para recordar que no había faltado ni un solo día a pesar de su delicada salud. Por su parte, el alcalde, Artemio Domínguez, se dirigió a Paquita para expresarla que “es un ejemplo a imitar” y ordenarla “que sigas haciendo lo que estás haciendo porque hay gente que te agradece lo que estás haciendo”.

Ahora Paquita ya está junto a su esposo Isidro, seguro que escribiendo alguno de sus poemas y mirando en dónde puede ayudar y ser útil. Sus hijos, Félix, Isidro, Rosa y Julio, es seguro que sabrán vencer la tristeza de la pérdida manteniendo vivos los miles de recuerdos de su ser querido. Entonces volverán a sentir como un cálido aliento la silenciosa presencia de Paquita para saber que siempre estará con ellos. Como lo estarán versos como los del poema que Paquita leyó como un bello regalo el día de su homenaje:

Yo te ofrezco, Señor, la vejez de mi cuerpo,
mis músculos sin fuerza, que sé que voy perdiendo,
mi belleza apagada,
que quedó en el recuerdo,
mis ojos ya sin brillo… mis torpes movimientos,
mis piernas cansadas buscando asiento,
mis manos tan gastadas,
de tanto que sirvieron,
en ayuda y caricias a cuantos acudieron,

Yo te ofrezco, Señor, la nada de este cuerpo
que fue ágil y fuerte,… que fue joven y bello…
que pasó por la vida con ruidos y silencios…

Hoy, desde este lugar en que tú me has puesto
y que sabes, Señor, que es mi mundo y mi tiempo,
te ofrezco, con amor, la vejez de mi cuerpo. Amen

A toda su familia y amigos nuestras más sinceras condolencias. Querida Paquita, descansa en paz.  El funeral tendrá lugar hoy martes, a las 11.30 horas, en la iglesia de Santa María de Medina de Rioseco. Capilla velatoria en el Tanatorio San Juan.

share on: