Retoma la sección Cuadernos del naturalista, el colaborador de La Voz de Rioseco, Gonzalo Franco Revilla, que en esta ocasión se decanta por el pino silvestre, un popular ejemplar muy extendido en la Península Ibérica.



Sus hojas, su resina, sus retoños y su esencia poseen múltiples virtudes medicinales que han sido conocidos por los hombres desde la antigüedad. La resina posee la cualidad de estimular el sistema endocrino. También ofrece buenos resultados en el tratamiento de las enfermedades del sistema respiratorio, como el asma, la bronquitis, la pulmonía y la pleuresía. Se utiliza para mejorar el funcionamiento de las vías urinarias, sobre todo en casos de cistitis y de cálculos en la vejiga. Ayuda a curar los cólicos hepáticos, calma los dolores reumáticos y la ciática, reduce el flujo menstrual.
La resina puede tomarse o bien en “lágrimas”-una gota- al día durante una semana para prevenir enfermedades respiratorias o bien en píldoras, que se fabrican mezclando tres cucharadas soperas de resina con seis de regaliz en polvo; con la masa se hacen pequeñas bolas del tamaño de granos de café, que son excelentes para el aparato urinario. A pesar de sus excelentes virtudes, no conviene abusar de ella, pues en exceso puede producir nauseas y mareos. Por esto, en caso de tratamientos prolongados, se recomienda utilizar retoños de pino en vez de resina. Además, éstos también dan buenos resultados en el tratamiento de todo tipo de enfermedades cutáneas, así como del insomnio. Suelen emplearse en decocción, 70 gramos de retoños por litro de agua, con la cual se harán maniluvios y pediluvios.
El vapor de los retoños de pino, que se puede hacer hirviendo los retoños en una olla con agua en una habitación pequeña y cerrada es muy efectiva para calmar el asma. En cuanto a la esencia de trementina (la resina purificada y deshidratada), llamada “agua ardiente” en la Edad media, aparte de las demás cualidades del pino de por sí, sirve para curar las úlceras y quemaduras. Como curiosidad si se esparcen agujas de pino al pie de un fresal, la planta crecerá más fuerte, y las fresas tendrán un sabor más acentuado. El historiador latino Plinio se refería a esta especie, añadiendo el valor como tea de iluminación y medicinal. Antonio Machado dejó escritos unos hermosos versos sobre el pino albar, enriscado como valiente, ramificado y tortuoso, acompañado por otras especies de árboles, siendo uno de los paisajes boscosos más sobrecogedores que se pueden contemplar: “Quién ha visto, sin temblar, un hayedo en un pinar”
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