El periodismo y los periodistas como género cinematográfico


Gonzalo F. Blanco

De nuevo mucho y buen cine en las pantallas, con el periodismo como protagonista en una gran película como es Spotlight, en la tradición de Todos los hombres del presidente, y con algunas películas notabilísimas sobre secuestros y encierros forzosos (La habitación y Calle Cloverfield 10). Coinciden además en pantalla El cuento de la princesa KagamusaOscar a la mejor película de animación- de Isao Takahata, El recuerdo de Marnie -también de animación y perfecta como la anterior para verla con niños- de Yonebayashi, Tribunal de Chaitanya Tamhone -mejor película en el festival de Venecia-, El regalo de Joel Edgerton, Primavera en Normandía de Anne Fontaine, Playa de los ahogados de Gerardo Herrero, La modista de Jocelyn Moorhouse, Luces de París de Marc Fitoussi, Poveda de Pablo Moreno, Nuestra hermana pequeña de Hirokazu Koreeda, premio del público en el festival de San Sebastián,o Mustang de Deniz G. Ergüven -premio a la mejor película europea en los Goya– que participó en la sección oficial de la Seminci y que a quien esto escribe le emocionó especialmente.

calleCalle Cloverfiel 10 es la primera película de Dan Trachtenberg, en lo que es uno de los debuts más espectaculares de estos últimos años. Conviene advertir al espectador ocioso que cuanto menos se sepa sobre el argumento de este film más apreciará las fuertes emociones que quiere provocar. Resístanse, por tanto, a ver tráileres, o a leer cualquier crítica que les desvele una parte del argumento. Yo no lo voy a hacer y me lo agradecerán. Sí puedo animarles a que vean una película en la que sus guionistas y su director han compuesto una obra muy bien urdida -salvo, quizá, el final- para producir angustia existencial, miedo electrizante, claustrofobia y una duda que corroe a los personajes y a los espectadores durante casi todo el metraje: ¿pero es cierto o no es cierto lo que un personaje dice que está ocurriendo ahí fuera? Y no hay un abuso de situaciones extremas, pues buena parte de la película discurre entre escenas de cotidianidad, como podían serlo las alegres veladas de los personajes encerrados voluntariamente para huir de la peste en El Decamerón. Pero la comparación acaba ahí.

calle2Uno de los responsables de esta ambivalencia es un gigante como actor -y como persona- llamado John Goodman, al que recordarán por películas como Barton Fink o El gran Lebowski. Las coordenadas de su personaje oscilan entre la consideración de si estamos ante un loco pervertido o ante un salvador mesiánico, entre la amabilidad sobreprotectora o la amenaza terrorífica.

Los autores son buenos conocedores del cine clásico, y el inicio nos remite a Psicosis de Hitchcock y la huida de Marion Crane (Janet Leigh) hacia su inmolación, y en la parte final nos remite a La guerra de los mundos de Byron Haskin o de Spielberg (sobre la novela de H. G. Wells), o más cercanamente a la película Monstruoso (Cloverfield) de Matt Reeves. El título del film es un guiño a esta última película, pero solo un guiño comercial del productor de ambas: J. J. Abrams (el director entre otras de Star Wars: El despertar de la fuerza). Esta parte final -apenas cinco minutos- rompe, en mi opinión, el delicado equilibrio entre lo verosímil y el truco, y convierte a una gran película sin necesidad de más adjetivos en una interesante película de subgénero, ni peor ni mejor que otras.

habita-La habitación (Room) de Lenny Abrahamson es una de las películas más asombrosas que haya visto últimamente. Aunque el argumento remita a algún caso real como el de Natasha Kampush, el director ha querido contarnos esta historia de secuestro desde un punto de vista poco convencional o que vaya más allá de una mera noticia de televisión: Lo ha querido hacer desde el punto de vista de un niño de cinco años que ha nacido en una habitación de pocos metros cuadrados y para el que todo su mundo es ese minúsculo espacio. Por eso la película se inicia como el Génesis, con el niño nombrando las cosas de su entorno: cama, armario, silla… Un mundo sin sol, sin árboles, y sin otras personas con las que jugar y aprender a vivir… Salvo su madre, secuestrada y violada, de la que ese niño es fruto. Lo único que puede sostener ese inframundo tan elemental donde solo moran la madre y el niño es el amor inconmensurable entre ambos. Y la película captura ese amor que sostiene la necesidad de sobrevivir al horror del encierro y los defiende de la presencia en ese infierno de un monstruo, de un ogro apropiado a este anticuento de hadas: el viejo Nick, el secuestrador, que tiene un papel importante en el drama que vemos, pero secundario en la narración, en lo que nos están contando.

habita2Osadamente, la segunda parte de la película nos cuenta la complicada adaptación del niño y de la madre al mundo real, que es como un viaje en el tiempo en el que el niño, como un pequeño salvaje, tiene que aceptar ese otro mundo del que no conoce los nombres o sus reglas. Un mundo grande, con un sol y árboles, donde no faltan otro tipo de “monstruos” más cotidianos, como ese abuelo que no acepta al niño por ser hijo del “ogro”.

Formidables actuaciones de Brie Larson (la madre), Oscar a la mejor actriz, así como en los Globo de Oro y en los BAFTA, y Jacob Tremblay (el niño), al que podrían haberle dado eso mismos reconocimientos. Un dechado, ambos, de sutileza y emoción.

spotSpotlight de Thomas McCarthy (Vidas cruzadas es uno de sus títulos anteriores) fue la gran “triunfadora” de los últimos Oscars: Mejor película y mejor guion. La película es, obviamente, una película sobre la pederastia en la Iglesia Católica de Boston y de EE.UU. en general. Pero como recuerda el director y guionista no es un film sobre las responsabilidades individuales de ciertos sacerdotes -que también-, sino sobre el desistimiento de las instituciones cuando las víctimas acudieron a ellas en busca de auxilio y comprensión. Algo que en ese momento no obtuvieron. Y el dedo de McCarthy -que se declara católico- no apunta a una iglesia en exclusiva sino a todas las instituciones que miraron para otro lado en su momento: políticos locales, policía, judicatura… y la propia prensa. En una historia que quiere ser ante todo honrada en su forma y fondo, resulta estremecedor el momento en el que personaje de Michael Keaton (el jefe de los periodistas de investigación del periódico) hace autocrítica y reconoce que algunos años antes le habían llegado denuncias sobre los casos de pederastia y… las había dejado de lado. La sociedad en ese momento miraba para otro lado en estos asuntos. Allí y aquí.

spot2Spotlight es, por tanto, una película sobre la pederastia, sobre las víctimas no escuchadas y creídas en su momento que ahora empiezan a tener voz (no hay sentimentalismo en el film), pero sobre todo es una película sobre el periodismo como herramienta para conocer la verdad, pese a quien pese, y cueste lo que cueste, con la única divisa posible: el rigor.

El grupo de actores que encarna a los periodistas del Boston Globe, de los que apenas sabemos nada de sus biografías, siguiendo un guion milimétrico, nos van contando cómo surge el caso y cómo una decisión de su nuevo director (editor) les hace abrir con bisturí un asunto sobre el que hay una conspiración de silencio y un entramado de complicidades culpables.

Cine de periodistas como género cinematográfico que ha dado grandes títulos como Todos los hombres del presidente de Alan Pakula, que se enfrenta al desafío de contarnos las entrañas de la investigación sin que perdamos el hilo y de la forma narrativa más eficaz y emocionante. Spotlight, creo, lo consigue y hace un monumento al gran periodismo que muchas veces, como en el caso de este pequeño grupo de periodistas, se hace con escasos medios pero con mucha valentía.

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=3G2EgJBkNaQ[/youtube]

share on: