El gran valor de la cantera blanquinegra

Casi medio centenar de pequeñas promesas del fútbol 7 de la Ciudad de los Almirantes, repartidas en cuatro equipos, se forman en la familia del CD Rioseco

Raquel Gómez y Laura Alonso. Fotos David Carpintero

cantera2La responsabilidad, el respeto, la amistad, el compromiso, la solidaridad y el esfuerzo son algunos de los valores que se cocinan dentro de un vestuario. Unos valores que se antojan más esenciales si cabe cuando se trata del deporte base. Y es que la mejor inversión de un club es, sin duda, su cantera. En el Club Deportivo Rioseco, para que los éxitos lleguen a sus equipos de fútbol 11 y los pequeños jugadores lleguen a pisar el césped del Juan Carlos Navarro, es necesario un intenso trabajo formativo que debe comenzar desde abajo: en los campos de fútbol 7.

Desde la entidad blanquinegra, se cuida mucho el trabajo de los cuarenta y tres pequeños que, repartidos en cuatro equipos, se forman en el club riosecano, con la realización de dos sesiones de entrenamiento a la semana. Lejos de lo que pueda parecer, no es un trabajo sencillo, sino que se trata de un proceso de aprendizaje lento y paulatino, en el que influyen factores que van más allá de lo meramente deportivo. “Los entrenamientos los hacemos con balón y sin trabajar mucho el físico, porque lo que importa es que se lo pasen bien y que vayan aprendiendo”, relata Guillermo Margareto, entrenador del Benjamín A, junto a Fernando Fernández.

cantera3No obstante, pese a que la diversión sea el ingrediente fundamental del fútbol 7, no hay que perder de vista la vertiente competitiva de este deporte. Los entrenadores riosecanos intentan que los partidos de los domingos sean un claro reflejo del trabajo de la semana. “Yo siempre les digo a los niños que como se entrena, se juega”, afirma Rubén Blanco, entrenador del Benjamín B. Por su parte, Julio Galván, técnico del Alevín, junto a Paco Alfageme, asegura que intenta fomentar el juego en equipo. “Un buen futbolista es el que, en el campo, juega y hace jugar, es decir, que tienen que competir, trabajar y solidarizarse con el resto de compañeros”, explica.

Uno de los aspectos más difíciles de gestionar para un entrenador de fútbol base es la motivación de sus pupilos. En este sentido, una de las facilidades que ofrece el fútbol 7 es la posibilidad de realizar cuantos cambios sean necesarios. Todos los técnicos blanquinegros coinciden en que, pese a que es «muy difícil calcularlo exactamente», intentan repartir “de forma equitativa” los minutos entre sus pequeños jugadores. Esta ventaja viene dada por la propia estructura del fútbol base, pero solo con eso no es suficiente. Es por esto que los entrenadores buscan fórmulas para trabajar el aspecto psicológico, uno de las partes fundamentales de un entrenamiento. “Un día les puse un vídeo motivante de un jugador de fútbol sala al que le falta un brazo y aún así llevaba veintiún goles en Liga, para intentar hacerles ver que con esfuerzo todo es posible”, detalla Galván.

cantera5Pero el mayor hándicap son los padres. El deporte sigue siendo una asignatura pendiente para los familiares más cercanos de los pequeños futboleros, que incluso, en ocasiones, elaboran una minuciosa lista con los goles y minutos disputados por su niño, en comparación con sus compañeros de equipo; con la que recriminar al entrenador. “Cuesta mucho que entiendan que los entrenadores estamos para ayudar, aconsejar y enseñar el mejor camino a sus hijos”, aseguran los técnicos base riosecanos. La actitud de los padres, en determinados partidos, da un vuelco a la dinámica de juego planteada en las sesiones de entrenamiento por los técnicos y entorpece el aprendizaje de los pequeños.

Y es que los entrenadores son un eslabón más en la educación de los niños. “Para mí lo más importante es que respeten al entrenador y al compañero. El primer día que entré en el vestuario les puse una casilla con sus nombres y cada vez que faltan el respeto al entrenador o al cantera4compañero les pongo un punto y el que llegue a tres puntos, ese domingo no juega”, cuenta Benito Conde, presidente del Club Deportivo Rioseco y entrenador provisional del Prebenjamín. Tan importante es el respeto al entrenador, al compañero y al rival como al árbitro. Y, en este sentido, el míster debe ser un referente, un modelo de conducta a seguir. «En los años que llevo entrenando nunca le he reprochado nada a un árbitro. Creo que su labor es muy difícil y siempre les digo a los niños que un árbitro se puede equivocar igual que ellos lo hacen”, afirma Julio Galván.

En definitiva, la labor de los entrenadores base es de vital importancia, sobre todo, en un club como el Rioseco, cuyo primer equipo se sustenta, principalmente, sobre hombres que dieron sus primeras patadas en los campos de fútbol 7 de la ciudad. “Aunque hay jugadores de fuera, la base del club es de la casa y la mayoría de ellos se han formado desde pequeños en las categorías inferiores”, cuenta Benito Conde. De toda esta cadena educativa y deportiva, el presidente blanquinegro valora, sobre todo, el esfuerzo que realiza cada una de las partes (niños, entrenadores y padres). Eso sí, sin perder de vista el objetivo principal: “que todos disfruten y aprendan”.

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