Ángel Martín abre su taller con clases para todas las edades

El escultor riosecano comienza a enseñar a alumnos la talla en madera con el objetivo de llegar a formar una escuela de Medina de Rioseco y su comarca

Miguel García Marbán

Con golpes secos y coordinados, el mazo golpea la gubia y saca las virutas. Poco a poco se va produciendo el artístico y emocionante milagro de que en un simple trozo de madera vayan apareciendo formas concretas. Es la experiencia que niños, jóvenes y mayores pueden realizar en Medina de Rioseco y su comarca gracias a las clases de talla en madera que desde hace muy pocos días ofrece en su taller el experimentado escultor Ángel Martín.

El objetivo es claro: «enseñar y descubrir cómo se trabaja la madera,   cómo con las gubias, transformamos un trozo de madera en una obra de arte», según expresa el propio escultor, quien adelanta que el fin último es crear en un futuro una escuela y un taller artesano de interés regional.

Con una metodología activa y participativa, los alumnos podrán conocer de forma progresiva la madera, sus clases, su formación natural desde el árbol hasta que llega al banco de trabajo, sus cualidades y cómo se trabaja en cada uno de sus pasos con el diseño de un dibujo, desbaste, volumen y talla con el acabado final, tanto en bajorrelieve como altorrelieve.

Martín mostraba su satisfacción por lo bien que ha sido acogida la iniciativa pues ya cuenta con varios alumnos. Con precios muy económicos, las clases, de una hora, están dirigidas a alumnos desde 10 a 70 años, en horarios de mañana, tarde y noche, con grupos máximos de 4 personas.

Además la madera y las herramientas corren por cuenta del profesor, quien señala que «los alumnos tienen que traer ganas de aprender y de disfrutar y pasarlo bien con una actividad que no me cabe duda que va a sorprender a grandes y pequeños».

Pedro de Bolduque, Mateo Enríquez o Tomás de Sierra  fueron algunos de escultores que abrieron sus talleres en Rioseco para surtir de piezas artísticas a  buena parte de la Tierra de Campos. Un oficio que Ángel Martín retomó hace años para recuperar una importante tradición y que ahora, con toda su experiencia, pone a disposición de aquellos alumnos que quieran descubrir nuevas sensaciones. Y es que «la madera es algo diferente. Las vetas te enganchan de tal forma que te trasmiten unas formas, volúmenes, sombras, luces que es imposible quitárselas de encima», explica el escultor riosecano con un sentimiento cercano al fervor.

En la obra de Ángel Martín destacan la escultura en bronce homenaje al cofrade que preside el atrio del Museo de Semana Santa, las esculturas en madera del paso del Cristo de la Paz y la Misericordia de la Cofradías de Jesús Divino Obrero de León, las copias que realizó de la Virgen de Carejas de Paredes de Nava y de la Virgen de Riego de Villavellid o un cristo que preside la Residencia de Ancianos de Santo Toribio de Mayorga, así como distintos tronos y tableros que ha realizado para cofradías de las Semanas Santas de Valladolid y Medina de Rioseco.

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