El catafalco del Día de Difuntos en Santiago


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte

Hoy traemos a La Voz del Ayer otra primicia y una de las instantáneas más curiosas de la colección riosecana de Georg Weis. La imagen no solamente nos ofrece contemplar cómo era el interior del templo de Santiago en 1923, sino también cómo eran los rituales de los difuntos que seguían nuestros antepasados.

En cuanto a lo primero, poco ha cambiado en esta iglesia. Entre esta fotografía y la actualidad, tan sólo distan unos pequeños detalles: la desaparición de los antiestéticos cuadros de los Sagrados Corazones del altar mayor, la eliminación de los dos enmarcados que aparecen colgados del primer par de pilares, y el traslado de las dos esculturas de San Blas y San Esteban, procedentes del antiguo retablo mayor, situadas entonces en el altar de lado del Evangelio, más tarde en la sacristía y hoy en el Museo de San Francisco. A esto se le suman la inexistencia de bancos en la nave central, que aparece totalmente vacía. Tan sólo entre los pilares vemos tres reclinatorios y los antiguos bancos de madera, con sus fiadores de hierro, del siglo XVIII, hoy aún en uso.

Pero el motivo central de la foto y el más llamativo es la conmemoración del Día de los Fieles Difuntos y el catafalco de la parroquia de Santiago. Entre las múltiples cofradías que existieron en Medina de Rioseco, se encuentran las Cofradías de Ánimas, de las que existió una por cada parroquia y de las que la más antigua, era la de esta misma iglesia de Santiago, con unas reglas aprobadas el 11 de diciembre de 1553.

Estas cofradías, además de rezar por el alma de los difuntos, ayudaban a las clases bajas en sus entierros y funerales y tenían como día más importante del año, el 2 de noviembre. Ese día los cofrades celebraban la Función de Ánimas, montando un túmulo funerario en su parroquia, que es el que aquí vemos en la imagen, compuesto por un ataúd envuelto por un paño negro con ribetes dorados, seis blandones y la cruz procesional con sus ciriales de plata, de Santiago. Los miembros de la cofradía además se encargaban de recoger limosnas para mantener la agrupación, y de que las campanas tañeran lastimeramente durante este día, desde el amanecer al anochecer. La Cofradía de Ánimas del templo de Santiago, tenía su casa-hermandad en la Ronda de San Roque, donde se guardaban los enseres y además se celebraban las distintas reuniones a lo largo del año, como la del mismo Día de Difuntos, donde se renovaba la directiva. Como recuerdo de aquellas agrupaciones religiosas quedan las varas de plata de las directivas, hoy depositadas en el Museo de San Francisco y los libros de cuentas y de actas, conservados en el Archivo Diocesano.

Hace algunos años, con motivo de la celebración de las Primeras Jornadas ‘Medina de Rioseco en su historia’, Jesús Félix Pascual Molina, nos dio a conocer datos y anécdotas de estas desconocidas cofradías riosecanas, en un interesante estudio, que hoy puede consultarse en la publicación que recoge las ponencias de aquellas jornadas.

share on: