El cardenal Carlos Amigo pregona la Semana Santa de Bilbao

Una vez más, el riosecano recordó que “los tiempos cambian pero la fe permanece” en una abarrotada catedral de Santiago presidido por el obispo Iñaki Azkuna

Redacción: Miguel García / Fotos: Jesús Ubal

El cardenal Carlos Amigo pronunció el pasado jueves el pregón de la Semana Santa de Bilbao en un acto en que se llenó la catedral de Santiago. El acto, que estuvo presidido por el obispo diocesano, monseñor Mario Iceta, contó con la presencia del alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, de los miembros del cabildo catedral y un nutrido número de representantes de las hermandades y cofradías. El coro de la Catedral interpretó varias piezas musicales.

El deán de la catedral, Luis Alberto Loyo, presentó la biografía de monseñor Carlos Amigo y recordó que, en su día, con 39 años, éste se convirtió en el arzobispo más joven del mundo al ser nombrado arzobispo de Tánger. Monseñor Iceta agradeció al pregonero su presencia y su discurso y envió un saludo a las hermandades a las que agradeció «su testimonio de gran valor para la fe de nuestro pueblo”.

El cardenal riosecano, con un lenguaje claro y ameno, logró que los congregados siguieran sus palabras con gran interés. Habló de historia y de futuro, repasó los Pasos y Procesiones que recorrerán la villa durante la Semana Santa, así como las distintas tradiciones en otros lugares: en Andalucía “de un barroco incuestionablemente hermoso”, o en Castilla, “donde dominan la austeridad, el silencio y los tonos oscuros”. En cambio, en Levante, destacó “la luz y el color que lo envuelven todo en música”.

La familia
Este fue uno de los temas mencionado reiteradamente en su discurso. “La celebración de la Semana Santa es inseparable de la familia”, dijo, y añadió, que ésta es imprescindible en las manifestaciones de religiosidad popular “se hacen presentes los que desaparecieron para siempre”.

Además destacó que la caridad cristiana está siempre presente en la religiosidad popular, “La caridad no hace ruido. De los pobres no se presume, simplemente se les sirve con el amor de Jesucristo”, e incidió en que “los tiempos cambian y pasan las costumbres y los modos de hacer. Los tiempos cambian, pero la fe permanece”.

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