El cancerbero de la calle Mayor; por Miguel García


Miguel García Marbán

Como aquel perro de enorme tamaño y con tres cabezas cuya misión era guardar las puertas del infierno, la calle Mayor riosecana, aunque menos fiero, por lo menos en su aspecto, tiene también su particular cancerbero.

No es fácil ver a este can de ojos tristes que al saber de la presencia humana desaparece como por arte de magia. Por eso, es raro que se haya dejado fotografiar, ya que aparece cuando menos se le espera y deja de verse en el momento más inesperado.

Hay quien piensa que este perro pueda ser una encarnación del alma de la calle Mayor que sea una especie de ángel de la guarda, quizás con la eterna misión de velar por las personas que transitan por la emblemática rúa.

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