El arte mudéjar también dejó huella en Rioseco


Los mudéjares o musulmanes que residían en territorios cristianos durante la Edad Media y el siglo XVI, se dedicaban principalmente a oficios artesanales relacionados con la construcción: la alfarería, la azulejería, la carpintería, la albañilería y en algunas ciudades, a la extinción de incendios. Su traslado a otros territorios no significó la desaparición de su influencia artística, sino todo lo contrario, ésta pervivió en forma de arquitectura popular y su estilo puede verse claramente hoy por toda la Tierra de Campos.

En Medina de Rioseco la huella mudéjar, a pesar de la salvaje destrucción de su casco histórico y las reconstrucciones-pastiche, realizadas en los últimos años, aún es innegable. Construcciones de adobe, fachadas de ladrillo, canecillos lobulados y aquillados que adornan viviendas de numerosas calles y los artesonados o techumbres de madera tallada, de los siglos XV y XVI. De estos últimos tan sólo existen noticias en estos momentos de la pervivencia de uno: la techumbre de la capilla del Arco de Ajújar. Posiblemente en los próximos años aparezca alguno más hasta ahora oculto, pero esperemos que entonces no corra la suerte de los que se descubrieron en las últimas décadas y que fueron destruidos uno tras otro, ya sea por desconocimiento de su valor real o por oscuros intereses monetarios.

En la primera fotografía de hoy vemos el interior de esta capilla de la Virgen de la Cruz, del Ajújar, en una imagen de los años 70. Si centramos nuestra vista en la cubierta, podremos observar claramente los dos tirantes de madera sostenidos por sendos canecillos lobulados. Sobre ellos observamos claramente una cubierta de par y nudillo hoy tapada por una capa de cal, que sería interesante descubrir y restaurar, debido a la escasez de estas construcciones en Rioseco.

Una de las techumbres destruidas en los últimos años en nuestra ciudad fue la aparecida a principios del año 2000 en la actual capilla de la Residencia de Ancianos. Sobre las bóvedas barrocas apareció por casualidad en aquel momento (debido a unas obras en el suelo del piso superior), un artesonado de enormes proporciones y perfectamente conservado, que cubría la capilla (antiguo refectorio) en su totalidad. Las fotografías de aquella techumbre están en mi poder y en ellas pueden verse las pinturas con los escudos de los Enríquez y de la orden conventual que le adornaban, bajo los que corría un cordón franciscano en relieve realizado en yeso. Hace unos años, junto a un amigo arquitecto, pudimos visitar los restos de aquel artesonado, totalmente destrozado a hachazo limpio y abandonado entre capas de polvo y suciedad, en la Capilla de los Villasante del Convento de San Francisco, junto a sanitarios viejos, palomas muertas y otras basuras. Desde entonces no he vuelto a saber nada de su paradero.

Otro caso, aunque en peores condiciones, apareció durante la restauración de la ermita de Castilviejo y sus restos fueron reaprovechados en el arreglo del alero exterior del edificio. Por antiguos documentos sabemos que otro más “de carpintería e lasos” existió en la primitiva iglesia de Santa Cruz, edificio del que tan sólo se conserva una capilla gótica en pie, hoy embutida en la vivienda situada en el lado izquierdo de la plaza y de la que sobresalen visiblemente dos de los contrafuertes.

Existen y existieron también ejemplos de techumbres planas, más sencillas y con menos adornos. Una de ellas se conserva en la entrada del convento de Santa Clara, un sencillo techo de casetones adornado con pintura azul y blanca. Otro más apareció al derribar en la pasada década los restos de la vivienda de Ventura García Escobar y fueron aprovechados por unos anticuarios locales y otros riosecanos que los reutilizaron para fines particulares. Y un ejemplo más se conservó hasta hace bien poco, en una casona blasonada de La Rúa, que se muestra en la segunda fotografía, hoy reconvertida en un pastiche multicolor de apartamentos. Su techumbre de casetones con estrellas talladas era visible hasta su destrucción a través del balcón abierto a la calle, hoy su destino también es completamente desconocido.

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