La magnífica exposición Libros y Ferias. El primer comercio del libro impreso que, hasta el 8 de enero, acoge desde hace unas semanas el Museo de las Ferias de Medina del Campo con motivo el de la celebración del quinto centenario de la imprenta de esa localidad, muestra, entre sus piezas expuestas, dos cuadros cedidos por el Museo de San Francisco de Medina de Rioseco.
Se trata de dos pinturas sobre cobre que representan a la Sagrada Familia del Roble, copia anónima, de la segunda mitad del siglo XVI, del cuadro original de Rafael, y Las Lágrima de San Pedro, anónimo italiano de la primera mitad del siglo XVII. Estos cobres, de pequeño formato y extraordinaria calidad artística, recuerdan la importancia que tuvieron las copias de las obras maestras en el activo mercado del arte a lo largo de todo el siglo XVI y parte del XVII, y de manera especial en las ciudades feriales de Medina de Rioseco y Medina del Campo donde abundaba la oferta de este tipo de piezas con destino a oratorios privados y capillas familiares.
En la exposición se muestra una importante colección de libros originales de los principales centros impresores de la Europa de los siglos XV y XVI, organizados en cinco grandes capítulos. El primero de ellos está dedicado a Los albores del comercio del libro impreso en Castilla, mostrándose incunables (alguno de ellos miniado) impresos en Basilea, Venecia y Colonia. El impulso de los libreros de Lyon es el título que encabeza el segundo capítulo de la exposición; en él se muestran ocho libros impresos en esta ciudad francesa (desde donde se exportaban considerables remesas de libros con destino a las Ferias de Medina) y otros cuatro procedentes de las imprentas de París. El tercero de los espacios lleva por título La Europa de los libros y en él se aborda el comercio de importación de libros procedentes de los principales centros impresores europeos, a través de obras procedentes de los Países Bajos (de Amberes de manera especial), Alemania (de Maguncia, Colonia y Nuremberg) e Italia (de Roma, Florencia, Milán y Venecia), mostrando un variado repertorio de impresos encabezados por uno de los grandes libros de todos los tiempos: la Crónica de Nuremberg. En el cuarto capítulo se trata El comercio del libro en Castilla, especialmente el de distribución desde Medina del Campo a las ciudades universitarias de Salamanca, Valladolid y Alcalá, y también a las de Burgos, Toledo, Madrid y Sevilla, con una mención especial a las exportaciones dirigidas al Nuevo Mundo. Cierra la exposición el capítulo dedicado a Los libros ‘de molde’ de Medina del Campo, en el que se hace un recorrido por las principales tipografías medinenses mostrándose magníficos ejemplares nacidos en las imprentas de Pedro de Castro, Diego Fernández de Córdoba, Guillermo de Millis, Francisco y Mateo del Canto, Juan Godínez de Millis, Juan Boyer y Cristóbal Lasso Vaca, entre otros, junto con documentos mercantiles muy significativos de este pionero comercio del libro impreso.
Junto a los libros expuestos, se muestra una escogida selección de obras de arte, también originales de aquellos tiempos y procedentes de las ciudades citadas, entre las que se encuentran las obras del Museo de San Francisco de las que sin duda destaca La Sagrada Familia del Roble.
No se conoce el nombre de tan magnífica versión, actualmente depositada en el Museo de San Francisco por la parroquial de Santa María y Santiago, aunque (como apunta el profesor Jesús Urrea) la calidad y características de su colorido recuerdan las obras conocidas de Gregorio Martínez, uno de los mejores pintores vallisoletanos de las últimas décadas del siglo XVI, en cuya producción artística queda clara la influencia de las obras de los maestros italianos que pudo contemplar durante su estancia en El Escorial (se documenta allí su presencia desde 1589). De otra parte, se sabe que Martínez cultivó en ocasiones la pintura sobre planchas cobre para encargos particulares, según recoge el director del Museo de las Ferias, Antonio Sánchez Barrio, en el estudio de la pieza.
La Sagrada Familia aparece representada con San Juanito en una composición en diagonal de los personajes, delante de un roble que da título a la obra, junto a restos arqueológicos de la Antigüedad (en este caso, los restos de una columna partida y una escultura de la Victoria) y ante un paisaje en el que destacan, a mano izquierda, arquitecturas domésticas propias de la campiña romana, en sustitución de las monumentales ruinas de las Termas de Caracalla que aparecen en el cuadro original. De otra parte, el cobre de Rioseco difiere del original en la ausencia de inscripción en la filacteria que recibe San Juan de manos del Niño Jesús, que en el original reza ECCE AGNUS DEI (“éste es el cordero de Dios”), en clara alusión a la Pasión que sufrirá Jesucristo en su acción salvadora de la Humanidad. La composición rafaelesca original se difundirá de manera extraordinaria por toda Europa a través de numerosas copias grabadas (entre otras, las realizadas por el italiano Girolamo Carattoni) con apenas muy pocas variaciones.