Don Manuel Milán y su familia por Teresa Casquete


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte

Retrato de Manuel Milán y su sobrino Félix Vaquero Milán, realizado por Miguel Castillo

Es conocida ya por todos los riosecanos la historia de cómo nuestro compatriota Manuel Milán, emigrado a Méjico, envió a la iglesia de Santa María la piel de caimán que hoy cuelga a la entrada del templo. Pero lo cierto es que poco o casi nada se sabe de él y de su familia. Tras una búsqueda genealógica, he logrado encontrar sus antepasados y el origen familiar, aunque no he logrado dar con los posibles descendientes de tan importante personaje.

El libro de bautismos de la parroquia de Santa María guarda la fecha en la que Manuel Milán de Reoyo pasó por la pila, el 1 de enero de 1707. De igual manera, dicho libro nos dice que había nacido pocos días antes en Medina de Rioseco, el 22 de diciembre de 1706. Era muy normal en la época la escasa diferencia de días entre nacimiento y bautismo, debido a la alta mortalidad infantil.

Manuel Milán pertenecía a una numerosa familia fundada por Miguel Milán Palomino y Teresa de Reoyo de Becilla, ambos riosecanos, aunque la familia paterna, en concreto los abuelos de Manuel Milán, habían emigrado a Rioseco desde Cuenca de Campos varias décadas antes, población donde aún permanecían parte de sus familiares.

Al menos tuvo siete hermanos, Melchora, Francisco, Manuela, Andrea (que murió al poco de nacer), Paula, María,  y otra Andrea, casada con Lorenzo Vaquero de la Rosa, con quién tuvo 9 hijos. Uno de ellos fue Félix Felipe Vaquero Milán, nacido en Rioseco el 21 de febrero de 1746 y que aparece con su tío Manuel Milán en el retrato conservado en Rioseco. Hermana de Félix fue Rosalía Vaquero Milán. El Archivo de la Chancillería de Valladolid guarda un curioso pleito concerniente a esta mujer. En 1778, cuando tenía 21 años, se empeñó en casarse con el también riosecano Manuel Pizarro. El matrimonio no pudo celebrarse porque los primos del novio, Cristóbal y Vicente Pizarro, entablaron un pleito para paralizar dicha ceremonia, alegando “que la novia no era de condición hidalga”. Cuatro años más tarde Rosalía Vaquero contrajo matrimonio con otro hombre, el vallisoletano Luis Álvarez y a buen seguro que los familiares de Manuel Pizarro, al conocer la importante herencia dejada por el tío de Rosalía, se arrepentirían de su decisión.

No sabemos con exactitud cuando decidió embarcar para América Manuel Milán, pero sí que no lo hizo antes de 1746, que fue el año en que nació su sobrino Félix, que le acompañó en el viaje.

El retrato colgado durante siglos en el coro de Santa María y que hoy se exhibe en el Museo de San Francisco, nos da la fecha de su muerte “el 11 de julio de 1757, a las 3 de la mañana”. Lo hizo en la ciudad de Puebla, de donde algunos escritores dicen que llegó a ser alcalde, aunque no exista ningún documento que corrobore tal cargo. Lo que sí sabemos es que Manuel Milán alcanzó en América un notable estatus social y económico. Solamente el retrato guardado en Santa María, nos habla de una persona acomodada, capaz de comprarse chalecos de seda de China y tricornios bordados en oro, así como de llevar espada y peluca empolvada. Y sobre todo de encargar un retrato a un conocido pintor novohispanense de la época-Miguel Castillo- y de enviarlo como regalo a su pueblo natal junto con una remesa de ricas obras de platería y otros objetos litúrgicos.

Manuel Milán fue un hombre soltero que murió sin descendencia directa. Su sobrino Félix fue su favorito, quién le acompañó en su vida americana y por eso le nombró su heredero universal. Para la iglesia de Santa María envió una buena suma de dinero, que sirvió para restaurar el órgano, así como la piel de caimán, que debió de causar una enorme expectación entre sus conciudadanos, hasta el punto de crear una leyenda en torno a ella. También formó parte de su legado la arqueta de carey y plata, de clara factura mexicana y un cáliz de lo mismo con la siguiente inscripción “A DEVON D. MANUEL MILAN. ESCLABO DE Nª Sª DE LA SOLEDAD AO 752”, que hoy se exhibe en el Museo de San Francisco y que quizá apunte a la pertenencia de los Milán a dicha cofradía riosecana.

Arqueta de carey y plata, de los talleres de Nueva España, regalada a la iglesia de Santa María por Manuel Milán

El Archivo de Indias de Sevilla, guarda otro documento en el que se demuestra que el legado de Manuel Milán a la iglesia de Santa María fue mucho mayor y que nos desvela que la ocupación de este riosecano en Nueva España, fue el comercio con la península. Milán había dejado dicho en su testamento que a su muerte se realizara una lámpara “de veinte y ocho marcos y tres onzas de plata” (unos 14 kilogramos) para la iglesia de Santa María y se enviara a Medina de Rioseco, junto a un juego de plato y vinajeras y 60 pesos del mismo metal, para el Santuario de Castilviejo. Dichos objetos fueron recibidos en su pueblo natal al año siguiente como atestiguan escribanos, párrocos, mayordomos y oficiales de la Parroquia de Santa María que firman dicho documento, aunque hoy en día están completamente desaparecidos. Quizá hayan seguido el mismo camino que el lienzo titulado “Virgen de Castilviejo”, pintado por Miguel Castillo, el artista del retrato de Milán y su sobrino, vendido por Subastas Durán en los años 90 y del que ya nos hicimos eco en esta sección.

Como he dicho anteriormente, nada sé si en Medina de Rioseco aún existen descendientes de tan ilustre personaje. A tenor de la gran cantidad de hermanos y sobrinos que quedaron en Castilla es bien seguro que el apellido Milán aún lo conserva alguna familia de la ciudad.

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