Disfrute de todos los relatos del mes de octubre


El Concurso de Microcuentos No te Enrolles que convoca cada mes lavozderioseco.com va llegando a su fin. Aquí están los relatos que concursan en octubre y que han sido inspirados gracias a la fotografía que proponíamos. Uno de ellos pasará a la gran final y competirá con los finalistas del resto de meses por el gran premio de 300 euros. En breve, todos los relatos ganadores podrán ser leídos y votados por los lectores de La Voz. El ganador también se adjudicará un premio que otorga nuestro jurado popular. Mucha suerte a todos ellos y enhorabuena por los trabajos.

Horas muertas
Necesitaba una buena historia, una de esas que hacen levantar al espectador de su butaca, la verdad es que quería prosperar en el negocio, soy periodista de un pequeño periódico y me dedicó a contar historias que no me apetecen en absoluto, este año no había tenido mucha suerte en la redacción y debido al recorte de personal tenía que suplir varias secciones.
La redacción no era gran cosa, Diario Montañés se encontraba en un pueblo grande del que dependían en cuánto a comercio y servicios diez comarcas más, Aldebueno , recibía hoy jueves día de mercado a un personaje conocido por todos, Don Álvaro Mendo, ilustre arquitecto de profesión y alcalde de más de una década de este lugar,  Olga, la secretaría de Don Carlos, director del periódico le recibía amablemente y posteriormente le acompañaba al despacho del jefe dónde terminarían de concretar los términos de sus colaboraciones con nuestro periódico.
Mientras todo esto pasaba, miraba sin más la escena, no veía la hora de acabar, una hora tras otra y sin inspiración alguna, con las mismas me fuí a casa, tenía toda la noche con mis dos compañeros de fatigas, una cajetilla de tabaco y un maravilloso Vega Sicilia cosecha del 91, la ocasión lo merecía, necesitaba una buena historia…
Guiomar

El escritor de propaganda
Como diría Hemingway, un buen whisky al lado del borrador levanta ánimos para seguir escribiendo, y por si acaso dejé unos cigarrillos, mechero, bolas de papel… No para ambientar, hombre. Soy un escritor hecho y derecho. Por cierto, ¿ahora aparecerán las musas y, como el bueno de Papá Noel, que se come las galletitas y a cambio deja un regalo, se pondrán a arreglarme la hoja tras fumarse mis cigarrillos?
Es que yo nunca he escrito nada. Y mi novia quiere un poema para su cumpleaños. Y es hoy. Y son las dos de la madrugada.
Sky

En la noche
Miré hacia atrás, apenas pude contener el aliento, un viento gélido me acarició el rostro.
¿Serían imaginaciones mías? No lo sé. Pero sentía miedo, ese miedo que no te permite caminar por el pasillo de tu casa, cuando tus padres aún  te arropan en la cama.
Aquella sombra se difuminó, oí el repicar de una campana, quizá dos o tres casas más abajo, el canto de un gallo. A medida que avanzaba la luz, retrocedía mi angustia.
¡Por fin, desperté!
Al levantarme, algo agarrotada me arrastré torpemente hacia cuarto de baño y cuando entré en contacto con el agua, me di cuenta que todo había pasado, se abría paso un nuevo día que, tras una larga noche de humo, tinta y vasos con hielo consumido; dejaba entrever, que esa mañana sería como otra cualquiera.
Crisálida

Palabras
¿Cómo puedo decir si no quieres hablar, querer si no puedo amar o demostrar si te niegas a escuchar?
Pienso en ti y recuerdo cuando nos buscábamos entre la gente preguntándonos si el otro habría viajado. Cómo nuestros cuerpos se encendían con movimientos imprecisos que delataban gran nerviosismo al encontrarse nuestras miradas. El rojo de las mejillas, el brillo de las pupilas, las ganas de vernos y de sentirnos no se dejaban disfrazar.
Cuánto anhelo el sonido de tu voz y el roce de tu piel. Aun así no sé  con qué palabras expresar este sentimiento que tanto insistes en ocultar. Hoy esas palabras describirían una ilusión falsamente alimentada que, por tu falta de valentía, tengo que dar por perdida.
Así termina nuestra historia con un papel en blanco y una despedida no querida.
La fea leonina

Trampa para musas
Coloque sobre la mesa un objeto que pueda atraerlas, por ejemplo, un vaso con dos dedos de whisky. Preferiblemente de al menos 5 años. A las musas les gusta la calidad. También puede poner un paquete de tabaco. Entre escritores fumar está bien visto. En cualquier caso, no olvide lo principal: papel y bolígrafo. Otra opción es utilizar un  ordenador. Si se decanta por esta alternativa, procure que no disponga de conexión a Internet, distrae a las musas. Ponga música, si lo desea. Mejor clásica o en un idioma incomprensible. Por supuesto, huya de los cantautores. A las musas les espantan. No se demore más y escriba lo primero que se le ocurra. Por ejemplo: La noche es oscura o Jaime ama las gambas o Se despertó. Intente continuar. Si no se ve capaz, arrugue la hoja y empiece de nuevo, pero no deje el folio en blanco o las musas acabarán escapándose. Añada otra frase, aunque no guarde relación. Tropecé con un dinosaurio en la escalera. En cualquier momento pueden caer en la trampa. Mi vecina es una extraterrestre. ¿Nota cómo se acercan? Continúe. No las distraiga. Siga escribiendo. ¿Ya las atrapó? ¡Ahora no pare!
Kukimonky

Mi hora
Suena la puerta. Apenas he terminado el cigarrillo y ya tengo otro preparado. Después de toser en las primeras chupadas me dejo flotar en un agradable mareo, es mi primer cigarrillo en cinco años.  El viento y la lluvia golpean la ventana. Hace una noche horrible. En mi escritorio, al calor de la chimenea, intento ordenar mis ideas y no perder la poca cordura que me queda. El whisky sirve de apoyo. Dejo el vaso y agarro directamente la botella.
Otro golpe. Creíamos haber acabado con eso. Los cinco lo pusimos contra las cuerdas y lo exterminamos.
¿Lo conseguimos? Los golpes en la puerta y esa nota sesgada e interrumpida me dicen que no.  Los otros han ido desapareciendo en la última semana. Sólo quedo yo. ¿Cómo puedo enfrentarme a eso yo solo? Me tiemblan las manos. Doy otro trago y un fuego agradable recorre mi esófago. Sé que viene a por mí.
El viento sopla con más violencia, las ramas golpean contra las ventanas. El fuego crepita  y me sobresalto. Me levanto, enciendo un último cigarro, doy buena cuenta del resto del whisky y me dirijo a la puerta. Agarro el picaporte. Indefectiblemente mi hora ha llegado.
Amadeus

La musa
Tabaco, licor, papel y pluma. La tenue luz de un flexo en la soledad de mi escritorio. Y en mi pensamiento… Tú.
Poema, verso, oda, soneto o balada. Composición lírica de huella simple que refleje lo que ahora siento. Palabras unidas por rimas para expresar la pasión que me inflama y abrasa.
Frases inconexas y rimas disonantes una y otra vez, dan como resultado el regreso al punto de partida. Entonces, otro pitillo, otro sorbo, otro folio.
Estrujo mi mente en busca del numen, fatigo el diccionario, desespero en balde. La inspiración no acude a mi llamada y el amor se desborda anegando mi cuerpo y mi alma.
Cada intentona es un cigarro más, un trago más, un folio más. Una y otra vez.
Ebrio de delirios tomo el teléfono, marco tu número y escucho tu voz. Dices mi nombre pero no te contesto. La musa está ah …, y entonces comprendo que el poema eres tú.
Trf

Sopa de vicios
Se despertó con el sublime propósito de superar  todos sus vicios definitivamente. Aherrojaría de su alma el sabor a corteza húmeda que anida en el bourbon seco, a la sombra cruda de su soledad creadora, cuando se resisten las musas a su encanto. Expulsaría el hálito caliente del tabaco negro en su nariz y en su garganta, esa cal negra que embadurna sus mucosas…
Pero en realidad lo único que consiguió alejar para siempre de su vida… ¡fue la Literatura!
Bámbola

La cuarta historia
Hacía tiempo que la inspiración había dejado de visitarle. Toda la tarde –una tarde más– para romper tres historias y ver si la cuarta hoja en blanco le llevaba de nuevo a un prometedor comienzo. Se levantó de la silla y se estiró arqueando la espalda, las manos en los riñones. Comenzaba a dolerle la cabeza y hacía rato que notaba en el pecho un sordo y molesto runrún. Dio unos pasos por la habitación. Otro cigarrillo y un nuevo trago de whisky seguramente le abrirían la mente. Pero no llegó a la silla. Allí mismo, sobre la alfombra, cayó fulminado, roto y en blanco el corazón, como la cuarta historia que tampoco llegaría a nada.
Roderio

Decadencia
Era la enésima vez que comenzaba  mi nueva novela. Atrás quedaban decenas de folios arrugados y depositados en la basura. El editor no cesaba de llamar. El muy estúpido pensaba que sus diatribas servirían de algo.
Me dieron, como siempre, las tres de la mañana. La papelera estaba abarrotada. Dejé la vieja Parker a un lado, cogí la botella y me serví un generoso trago de DYC. Uno más. Con el vaso en la mano, salí al jardín, levanté la mirada y contemplé el cielo cuajado de estrellas. Pero las musas no aparecieron.
Regresé al interior. En el espejo del vestíbulo contemplé la  realidad: un tipo que no podía  escribir porque no  tenía nada nuevo que contar.
Pancho Puskas

Simplicidad
Primer intento: ‘Abrió los ojos de repente’. No le convencía, así que hizo una bola de papel y la puso a un lado.
Segundo intento: ‘Se levantó sobresaltado’. Tampoco, demasiada tensión para ese capítulo. Estrujo el papel y colocó la bola al lado de la anterior.
Tercer intento: ‘Sus párpados se despejaron’. Desde luego ese era el peor de todos. Una bola se encontró con las otras en cuestión de segundos. Se estaba desesperando. Cogió el vaso de whisky y notó como le ardía el licor en la garganta. Acto seguido, sacó un cigarro y lo encendió. Y en el mismo instante en el que dejaba el mechero sobre el papel se le ocurrió.
Se despertó. Perfecto y sencillo.
Trece

Se despertó en mí
Eran las dos de la madrugada y no podía más, llegue a casa desolado, las había visto, me había enterado por casualidad, mi amiga, mi amante, mi compañera, ya no lo sería más, los brazos de otra mujer  la tenían hechizada, jamás lo hubiera imaginado, era tan mía…pero a la vez tan suya…, las vi tan felices, abrazándose, comiéndose a besos, me rompió el alma.
Me senté en la cama y rompí a llorar, no podía ser, si esa habitación hablara… solo diría cosas bellas, ¿qué había pasado?, me puse una copa y encendí un cigarrillo como tantas veces los dos habíamos hecho entre esas cuatro paredes, detrás vinieron más, mi cabeza estallaba… y lo decidí la dejaría el camino libre, pero no sin antes despedirme, estaba tan nervioso, que pensé en esperarla …y… se despertó en mi algo feo, pero «no», la quería demasiado como para hacerla daño, cogí papel y bolígrafo y la escribí una carta, quería que supiese lo mucho que la quería, darla las gracias  por aquellos maravillosos años a su lado, sentía tanto rencor… pero a la vez un amor infinito que puso fin a mi vida…loca vida…
Ladywoman

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