Denuncian los restos del botellón junto a la guardería


Sonia Argüello

Nos escribe una lectora de La Voz de Rioseco para relatar una circunstancia que, desgraciadamente, comienza a ser muy habitual en las inmediaciones de la guardería.  

«Esta mañana, igual que llevo haciendo durante cinco cursos ya (primero con mi hija mayor-que fue de las que estrenó la Escuela-y ahora con la pequeña), he ido a la Escuela de Educación Infantil Virgen de Castilviejo a llevar a mi nena. No es nada nuevo lo que voy a contaros, ya otras veces os habéis hecho eco de este tema. Hoy es lunes, después de un puente, y se ve que el servicio de limpieza del Ayuntamiento no ha andado con la misma diligencia que otros lunes, por lo que en el recinto de la guardería se podían ver restos claros del botellón del largo fin de semana. El contenedor estaba desplazado de su lugar habitual y volcado, las papeleras a tope (se ve que algo de civismo aún queda…) y por el suelo vasos de plástico, cajas de vino y en pleno paseo de acceso a la escuela, restos de cristales de una botella de ron, allí mismo, por donde cada día pasan nuestro pequeños, aún torpes en sus andares…

No es el primer día que veo cristales en el suelo…no quiero pensar en los que no se ven ocultos por el césped…

Hace un par de años se hizo una recogida de firmas de los padres pidiendo al Ayuntamiento que tomara medidas al respecto, y dos años después el problema sigue siendo el mismo, y la única medida adoptada es la de enviar el lunes a primerísima hora al equipo de limpieza para que acondicione la zona antes de que los papás lleguemos con nuestro hijos. Nada se ha hecho a mayores, ni siquiera cuando rompieron un cristal de una de las aulas… 

Y yo me pregunto si resulta tan difícil restringir el acceso a esta zona los fines de semana o disolver a los grupos que se forman, que seguramente estén siempre formados por las mismas personas. Yo entiendo que la juventud tiene que divertirse, pero con respeto hacia el resto del mundo, o ¿no?

Como curiosidad deciros que cuando he vuelto para recoger a mi pequeña, las papeleras se habían vaciado y los vasos y cartones se habían recogido, pero lo más peligroso, los cascos rotos de la botella de ron, seguían en el mismo sitio… Sin palabras».

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