‘Del mantel al albero’ finaliza su temporada por la Puerta Grande

La segunda edición de esta iniciativa, que aúna gastronomía, historia, arte y tradición, revalida el éxito del año anterior con cerca de 300 visitantes

Laura Alonso. Fotos: Fernando Fradejas

Luces, sombras, toros, toreros, pasodobles, caballos, maestría y elegancia, unido a los más exquisitos sabores taurinos hicieron disfrutar a más de un centenar de riosecanos y foráneos, entre los que se encontraba el torero vallisoletano Leandro, de una manera única del arte de la tauromaquia en Medina de Rioseco. No obstante, esto es tan solo una muestra de todo lo que han podido disfrutar los asistentes a una de las dos jornadas que han tenido lugar en este mes de agosto de la iniciativa Del mantel al albero.

Esta atractiva propuesta estival promovida, por segundo año consecutivo, por el Ayuntamiento de la localidad y la Asociación de Empresarios y Profesionales de Medina de Rioseco (Aempryc) ha repetido los triunfos cosechados el pasado año. «Ha sido un gran éxito, el número de asistentes ha superado todas nuestras expectativas tanto el pasado día catorce como este sábado 31”, apuntaba Miguel García, uno de los promotores de esta idea.

La primera parte de esta jornada era la gastronomía. Los participantes pudieron degustar de elaborados y variados menús con platos que deleitaron a los comensales con viandas típicas taurinas en diferentes restaurantes de la localidad, como La Rúa, Santamaría, Pasos, Almirantes, India Chica, Vittoria Colonna, Los Arcos y Casa Manolo. Desde el Hotel Los Almirantes apostaron por el rabo de toro estofado en su jugo con espuma de tartufo como plato principal de la cena. El balance realizado de esta actividad por los empleados del Hotel es “muy positivo”. “Hemos intentado con nuestro menú hacer un guiño al mundo taurino, con platos muy españoles y con productos autóctonos, como el aceite Pago de Valdecuevas y la cecina de Villarramiel, entre otros”, contaba Isabel Fernández, gerente del hotel riosecano.

El postre y el café, o en su defecto, el orujo, dieron paso al verdadero espectáculo. Una visita marcada por la sonoridad y las canciones flamencas que intercaladas entre las narraciones de la propia plaza de toros riosecana, conocida como el Coso del Carmen, crearon un ambiente único y guiaron a los asistentes por los diferentes rincones de esta peculiar plaza decagonal, desvelando los secretos que se han escondido durante 151 años entre la sillería, la arena y en los dobles burladeros que sirven de refugio a los toreros en el desafío con el animal.

Los visitantes entraron en la plaza por la puerta grande, para analizar este antiguo coso desde su albero. La primera visita fue el paso por los toriles, pasadizo por el que los toros bravos se arrancan y hacen su aparición en la plaza con rabia y energía, dispuestos a ganarle la batalla al torero. Pocos han sido los toreros y rejoneadores que han dejado su vida en la enfermería de la plaza riosecana. Precisamente este escenario fue la siguiente parada que indicaba el guión sonoro entre sevillana y sevillana. Al pasar el túnel que desembocaba en la enfermería, en el interior bastaba con cerrar los ojos y dejarse llevar por la narración para sentir la agonía del Chico de Basurto, corneado en un ojo, o Lorenzo Conde El Árabe el picador, que tras ser aplastado por su caballo murió entre esas cuatro paredes.

La majestuosidad y la elegancia se presenciaron en el Coso del Carmen con el recuerdo a los emblemáticos Hermanos Peralta que tanto dieron por esta plaza riosecana, de la mano de los caballistas riosecanos Francisco Perrote y Guillermo Martín, ayudados por José Antonio Perrote, miembros del centro ecuestre La Vaquera de la localidad. Pero si hay algo de lo que ha sido testigo esta centenaria plaza es de los estoques, las muletas, los mugidos, los astados y los toreros, ya sean de renombre como jóvenes promesas. De la mano del aficionado Iván San José y con la ayuda de Iván Herreras, escenificaron ante la atenta mirada de los espectadores y un cielo plagado de estrellas la precisión y la maestría de este joven con la muleta y el capote. Los acordes de la guitarra de Mario Martín, alumno de la Escuela Municipal de Música de Rioseco, acompañaban el torero de salón.

Un chupito como colofón a la velada taurina
Al finalizar esta maravillosa visita teatralizada, Miguel García agradeció a todas las entidades colaboradoras entre las que se encuentran además de las ya mencionadas el periódico digital La Voz de Rioseco y la empresa Dualia Producciones, y sobre todo al público “por haber apostado por esta iniciativa”. Asimismo, invitaron a los asistentes a un chupito en el ruedo para combatir el frío y poner colofón a una noche muy taurina antes de abandonar el coso por la puerta grande y con las dos orejas y el rabo bajo el brazo, con la esperanza de “vernos el año que viene”, concluyó Miguel.

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